viernes, 14 de mayo de 2010

JAIME SALAZAR ADAME

Al otro lado del río/II (*)

Para emigrar hay que romper con los límites de una pequeña existencia cuyas líneas están trazadas de antemano y salir del estrato de la sociedad atrasada a la que se pertenece. Y nada mejor que los Estados Unidos para concitar esas esperanzas, nos hace saber Marco Antonio Monge Arévalo, en el texto que comentamos, cuyo título sirve también para cabeza de este artículo. América se convierte así en reino de la revancha social. La utopía popular o paraíso de los pobres, de larga tradición en el pensamiento religioso.

En los primeros capítulos del texto de referencia, hay una opción concreta con el territorio elegido para emigrar, la frontera que hay que transgredir para acceder al otro espacio aun a costa de la vida misma. Porque aunque la vocación del límite es la de ser infranqueable, la necesidad demuestra que ninguna frontera puede escapar al tema de su penetración.

Ningún territorio puede cerrarse completamente al otro por muros, ríos y desiertos que se opongan, existen 23 localidades que permiten el acceso, a los más de 3 mil kilómetros de frontera entre México y los Estados Unidos, pero sólo 8 de las cuales concentran el flujo migratorio. Todo límite supone su transgresión, por lo que deben organizarse los lugares de entrada: aeropuertos, centrales de autobuses, estaciones de tren, caminos, pasos. Por ellos penetran siempre, legal o clandestinamente, los emigrantes, anota el autor.

En cualquiera de los casos, la decisión de emigrar exige un gran coraje, porque no hay nada más extraordinario que la decisión de emigrar, nada más extraordinario que esta acumulación de sentimientos y de reflexiones que llevan finalmente a una familia, o a uno de sus miembros a despedirse de la comunidad en cuyo seno ha vivido durante siglos, a romper los antiguos lazos, a dejar los paisajes familiares y a lanzarse hacia una tierra desconocida, pero buscada a través de las rutas que los guerrerenses más transitan: Sonora y Nuevo Laredo, y en menor proporción Ciudad Juárez.

Estos relatos de Monge Arévalo, nos recuerdan los versos del poeta Milton, cuando nos dice, “hay que lanzarse al negro océano sin límites, sin dimensiones, donde se pierde lo largo, lo ancho, lo profundo, el tiempo y el espacio”, para ello hay que disipar la profunda angustia de la partida, que provoca a la casa hogareña que no quisiera verse nunca abandonada, y darse los ánimos solamente por las remesas que regresan a reactivar la economía familiar y comunal y tal vez la esperanza de jalar a la familia una vez conquistado un espacio y una actividad.

Porque el deseo de empezar desde cero, lejos de aquí, ha funcionado como estímulo e impulso para la idealización del espacio norteamericano. Estados Unidos es un espacio lleno de posibilidades. Emigrar es el camino más rápido para triunfar testimonia Monge Arévalo. Por otra parte, nos explica, es el único camino para fugarse de la miseria. El nuevo mundo descubierto en la mente del emigrante no tenía forma ni estructura real. Era una brillante extensión de tierra poblada de posibilidades, cuando los migrantes son admitidos sólo para satisfacer demandas de trabajo, y se derrumba cuando al cabo de un tiempo son desechados con suma facilidad como un pañuelo de papel usado.

La utopía o ilusión espacial se sustenta, pues, en un territorio idealizado por la distancia o por lo poco que se sabe de él, aunque también puede ser la gran capital para el habitante del mundo rural sujeto a un sistema de supervivencia agraria feudal, entonces son las luces de la ciudad las que han motivado vastos éxodos rurales hacia ellas.

Los que siguen los caminos del hambre confían en que por el hecho de atreverse a cruzar al otro lado del río, dejarán atrás la miseria y el hambre. Pero a la inversa, la crisis urbana, económica y moral contemporánea ha impulsado un retorno a la tierra y una revalorización de la vida sencilla y sin complicaciones en el campo como contra imagen de la contaminación del ambiente y el deterioro social en las grandes urbes.

El retrato que nos dibuja Monge Arévalo en su libro publicado en 2009, es el de un mundo alternativo donde se puede empezar de nuevo la vida, pero donde el camino está sembrado de emboscadas, de ilusiones y de frustraciones, de sueños y de decepciones, pero en todo caso merece la pena lanzarse a la aventura de recorrerlo, aún con leyes retrógradas como la de Arizona.

Al instalarse en un territorio, –expone el autor– el emigrante espera organizarlo a su medida, un proyecto cargado muchas veces de intención utópica. No así los clubes, que devienen en política para ciudadanizarse y distinguirse del caos.


http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2010/05/14/index.php?section=opinion&article=002a1soc

jueves, 6 de mayo de 2010

Al otro lado del río

JAIME SALAZAR ADAME , I (*)

La rápida expansión de las comunicaciones y el transporte, la explosión demográfica acompañada de crecientes desigualdades internacionales, el colapso de estructuras económicas y sociales tradicionales, el escaparse de la tiranía, el hambre y las catástrofes, el sueño de una vida mejor en algún otro lugar del mundo, han empujado en las últimas décadas a un número sin precedente de personas a cruzar las fronteras nacionales, que ya rebasa los 40 millones de migrantes, nos dice el Informe que la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo presentó a la UNESCO en 1997.

Este fenómeno a gran escala fue fomentado por países como los Estados Unidos durante los años de rápida recuperación económica y escasez de mano de obra, especialmente para los trabajadores menos calificados, y que continúa aún con altibajos, y es precisamente un guerrerense que recabando información de manera directa a través de la técnica de la entrevista en profundidad y el reportaje, nos da a conocer los pormenores de los mercados laborales en los que dejan su huella nuestros paisanos, fundamentalmente de la región Norte, Centro, Montaña, Tierra Caliente y Costa Chica.

El joven periodista Marco Antonio Monge Arévalo tomó su grabadora con el deseo de establecer una distancia entre el lugar de residencia rutinaria y cotidiana y traspuso las fronteras para hacernos reflexionar acerca del cómo una nueva vida se presenta, como un anhelo natural a todo ser humano que requiere romper la circunstancia histórica que lo determina o condena.

Entonces describe que en el origen de la emigración hay una decisión personal o familiar motivada por una insatisfacción derivada de la disociación de las personas con su espacio cotidiano, esto lo hace en quince capítulos de su libro: Al otro lado del río, publicado marzo de 2009, por Miguel Ángel Porrúa y la LX Legislatura de la Cámara de Diputados.

No obstante, ya en entregas nos había anticipado lo que hoy felizmente constituye el libro, porque en sendos reportajes y artículos a través de las páginas de El Sur, y La Jornada Guerrero, del 7 de diciembre de 2004 al 8 de agosto de 2007, puso en circulación las ideas referentes a que buena cantidad de surianos sólo conciben la felicidad en el “lugar donde no están”. Y tal vez, eso nos haga creer que por algo se dice en la Biblia: “nadie es profeta en su tierra”.

Sin embargo, Monge Arévalo, constata que el verdadero origen de casi todas las emigraciones es una infelicidad que proviene de la falta de oportunidades. “Cuando la escasez es grande, abundan los deseos”, recuerda Ernest Bloch, por lo cual el ser humano desea “construir el cielo en la tierra”. Esta desigualdad puede darse en el pueblo natal o provenir de una rígida tradición familiar, un sistema político autoritario o una religión dogmática, expone el citado escritor.

No es de extrañar, entonces, que las migraciones guerrerenses fielmente retratadas por el autor, estén compuestas por los grupos sociales más pobres, desprotegidos y explotables. En muchas de las ciudades de más rápido crecimiento de los Estados Unidos, como Chicago, Illinois; Atlanta y Dalton en Georgia y Nueva York los inmigrantes de las regiones rurales, que generalmente hablan dialectos diferentes y practican sus costumbres regionales en torno de los santos patronos de sus pueblos de origen y la celebración de las fiestas patrias, fueron la razón para que se aglutinaran en clubes que los cohesionaban como guerrerenses y que les permitió realizar actividades políticas.

Éstos proceden de poblaciones de bajo nivel de ingresos, atraídos por mejores perspectivas que ofrece el ambiente cosmopolita, aceptan empleos no cualificados tales como la construcción, comercio, servicios, y particularmente el domestico, algunos empleos de riesgo como los que se enlistan en el Ejército, y los llamados esquineros o jornaleros que se encuentran en las calles a la espera de que alguna persona necesite de sus servicios.

El autor que no es precisamente un novel escritor, como se constata en la agilidad de su prosa, en 2005, ya nos había anticipado su interés por el tema de la emigración con su primer libro El Guerrero de allá. Los guerrerenses radicados en Chicago, Illinois.

Es licenciado en ciencias de la comunicación por la UAG, institución que le otorgó el título con la tesis La Internet como medio de socialización, de allí que ha ejercido su profesión de periodista en medios como: El Sol de Chilpancingo, El Sur, La Jornada de Guerrero; entre otros en el órgano quincenal de información histórica, como es el periódico cartel Así somos, que acertadamente dirige el escritor Juan Sánchez Andraka. También el Gobierno del Estado de Guerrero le confirió en 2004, el Premio Estatal de Ensayo, con el intitulado Tradiciones y costumbres guerrerenses en Chicago, símbolo de unión e identidad entre los migrantes-guerrerenses, y tiene en su haber algunos cuentos y la novela inédita: La verdad tras el espejo.

Cuando las condiciones económicas empeoran, la situación de estos trabajadores temporales de bajo nivel se deteriora inmediatamente y la población local reclama la expulsión de los advenedizos, es cuando se imponen las políticas de control con la vigilancia cada vez más estricta de la emigración clandestina, tal es el caso de la nefasta Ley Arizona.

En este contexto nos hace saber que el emigrante apuesta más o menos libremente a la que identifica con la tierra prometida de su elección por recomendación de familiares, amigos o paisanos, buscando con esperanza un futuro diferente, tierra prometida que en muchos casos se convierte en patria definitiva.


El texto es la primera parte publicado en La Jornada Guerrero, el jueves 06 de mayo de 2010.
http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2010/05/06/index.php?section=opinion&article=002a1soc

viernes, 19 de junio de 2009

jueves, 2 de abril de 2009

Presentación de nuevo libro

Presentación del libro: Al otro lado del río
Autor: Marco Antonio Mönge Arévalo
Lugar: Sala de Cabildo del H. Ayuntamiento de Chilpancingo
Hora: 18.00 hrs
Fecha: 24 de abril de 2009
Invitan: H. Congreso de la Unión-Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa

viernes, 6 de marzo de 2009

Necesaria la creación del Instituto del Migrante, ante crisis económica: MRV

-Participa el periodista especializado en la materia Marco Antonio Mönge Arévalo

Por Isidro Bautista S.

IGUALA, Gro. febrero 13. —La crisis económica de Estados Unidos hace más necesaria la creación del Instituto de Atención al Migrante Guerrerense, sostuvo este viernes Mario Riestra Venegas, experto en migración, en el foro de consulta ciudadana organizado por Greg Salgado Delgado, ex presidente de la Federación de Guerrerenses Radicados en Chicago.
Vicepresidente ejecutivo de la fundación Paisano y consejero binacional de Estados Unidos-México de la Iniciativa de Salud de las Américas, Riestra Venegas, de origen poblano, señaló que Michoacán, Zacatecas, Puebla y Oaxaca ya tienen ese organismo.
Entrevistado por este diario antes de ese acto, al que no acudió la diputada Lea Bustamante Orduña, presidenta de la Comisión de Asuntos de Migración del Congreso local, a pesar de que este jueves públicamente habló de la propuesta de crear ese instituto “y de que personalmente la invitamos”, según precisó Salgado Delgado, alertó que las remesas enviadas a México por los connacionales de Estados Unidos se han desplomado más del 30 por ciento.
Ante la versión hecha en el sentido de que al gobernador Zeferino Torreblanca Galindo no le interesa la creación de ese organismo, aclaró que “desconozco eso, pero a lo mejor no se lo han sabido plantear o no ha habido la comunicación debida”.
“Creo que en este momento lo más importante es plantearle lo que un instituto de esa naturaleza puede dar al estado. Yo creo que sabiendo plantear los objetivos muy claros de lo que va a ser este instituto se va a poder recibir su apoyo. Conociendo los beneficios que ha aportado a cada estado la creación de ese instituto va a ser más fácil que otros gobernantes se animen a crearlo”, manifestó.
Señaló que Guerrero ocupa el octavo lugar a nivel nacional en “exportar” mano de obra al vecino país del norte, después de Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Distrito Federal, Zacatecas, Puebla y Oaxaca, por lo que “yo veo no sólo importante sino necesaria la creación del Instituto de Atención al Migrante Guerrerense”.
Dijo que el nivel de las remesas de Estados Unidos a México “aún puede desplomarse más”.
Aseguró que los migrantes mexicanos prefieren vivir la crisis en Estados Unidos que en México, “y no se van a venir a Guerrero”, aunque “les estén dando salarios más mal pagados o hayan retomado los empleos del campo agrícola habiendo estado en la industria de la construcción, que son los más remunerados”.
“Los migrantes no regresarán a México porque aquí no hay oportunidades de empleo. Lo que van a hacer es tener que aceptar trabajos menos remunerados o mal remunerados”, insistió.
Indicó que un ilegal recibe actualmente en Estados Unidos como jornalero agrícola hasta el 30 por ciento abajo del salario mínimo.
Sostuvo que “el sector agrícola no vive la crisis. Simplemente se está remunerando más mal. El que sí tiene una reducción pero absoluta es la construcción a tal grado que sus trabajadores se emplean en cualquier cosa. Están regresando al campo. Y es que la industria de la construcción está despidiendo a todos los trabajadores, y los más afectados son los mexicanos indocumentados, pero no se regresan. No ha habido regresos masivos. No han sido contundentes o que impacten realmente la economía nacional”.
Puntualizó que en tanto, “los que tienen la oportunidad de trabajar en el área de servicios, como restaurantes y hoteles, pues la mantienen, pero todo depende del grado de escolaridad o del conocimiento del migrante”.
Manifestó que, por otro lado, “en algunos estados se han recrudecido las medidas antimigrantes, porque consideran que los migrantes desplazan al trabajador americano, cosa que no es cierto porque el mexicano únicamente obtiene empleos que aquellos no quieren hacer, como es el del campo agrícola”.
Acerca de que si se ha detenido el flujo de migrantes de México a aquel país, refirió que “a veces sí y a veces no, y ¿por qué? pues, porque no han encontrado aquí las oportunidades de trabajo que ellos buscan”.
Apuntó que “donde de plano no baja el flujo es en la zona mixteca conformada por Guerrero, Oaxaca y Puebla, por su cultura de un pasado indígena en común de irse en cadena al noroeste de Estados Unidos. Ahí sí sigue incrementándose”.
Confesó que “no tenemos realmente una fecha que dar o un plazo que dar para el fin de esa crisis. La crisis está en proceso. Creemos que la crisis va a durar todo este año, y lo que vamos a ver de inmediato es el hecho de que las familias de los migrantes van a recibir menos remesas, y esto va a generar menos gasto en las comunidades de Guerrero y de otros estados, y eso obviamente desminuye el desarrollo de la entidad y del país”.
En su ponencia, informó que 500 mil mexicanos año con año se incorporan a la fuerza laboral de EU, no obstante que cuando menos un millón son deportados anualmente, y de que los inmigrantes indocumentados no tienen acceso a servicios públicos y sus derechos son violados permanentemente”.
Al foro, realizado en el Museo de la Bandera, y que duró de 11:45 de la mañana a 2 de la tarde, acudieron el alcalde de Apaxtla, Manuel Cuevas Bahena, el “único presidente municipal migrante de Guerrero”, según señaló Salgado Delgado; el diputado local del Distrito 9 con cabecera en esta ciudad, Ignacio Ocampo Zavaleta, que luego se retiró; el dirigente de la Unión de Campesinos y Emigrantes Mexicanos (UCEM), Taurino Castrejón Salgado, y la regidora de Participación de la Mujer de Taxco, Aguera Torres Ventura; y el regidor de Desarrollo Rural de Teloloapan, Manuel Jiménez Jacobo.
Además de Riestra Venegas tuvieron participación el periodista especializado en la materia Marco Antonio Monge Arévalo y Héctor Avilés García, ex subsecretario de Desarrollo Social del gobierno del estado y vocero del diputado Carlos Sánchez Barrios, dirigente del Partido Alianza por Guerrero, ya sin registro oficial, así como la directora de dicho museo, Ninfa Mendoza.
El evento, llevado a cabo para reforzar la propuesta de crear dicho instituto, fue clausurado por el presidente de la Sala Regional del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, Silviano Mendiola Pérez, e inaugurado por el ex alcalde Juan Muñoz Caballero, presidente estatal de la Fundación Colosio.

miércoles, 28 de enero de 2009

Al otro lado del río, nuevo libro

PRÓXIMAMENTE
EN ABRIL DE 2009, NUEVO LIBRO
Título: Al otro lado del río
Autor: Marco Antonio Mönge Arévalo
Serie: CONOCER PARA DECIDIR, Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa y H. la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

SERIE CONOCER PARA DECIDIR
El acuerdo que dio inicio a la serie CONOCER PARA DECIDIR, lo formalizó la LIX Legislatura de la H. Cámara de Diputados, en un acto celebrado el 23 de agosto de 2004, en el Palacio Legislativo de San Lázaro, que contó con la presencia del entonces presidente de la Mesa Directiva , diputado Juan de Dios Castro Lozano, el presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, diputado Emilio Chuayffet Chemor. En el mismo participaron también el diputado José González Morfín, en representación del diputado Francisco Barrio Terrazas, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional; el diputado Pablo Gómez Álvarez, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática; y el diputado Jesús Emilio Martínez Álvarez, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Convergencia por la Democracia. Destacó la participación del doctor Juan Ramón de la Fuente, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien signó la formalización del convenio correspondiente con el Grupo Editorial Miguel Angel Porrúa, como testigo de honor en representación de las instituciones académicas mexicanas.
Esta serie que la H. Cámara de Diputados, LIX Legislatura, con el concurso de su Consejo Editorial, instrumentó para coeditar con diferentes instituciones académicas, organismos federales y estatales, así como con autores y asociaciones independientes, a través del Grupo Editorial Miguel Angel Porrúa, se integra con investigaciones académicas y expresiones culturales de interés nacional; son obras trascendentes que impulsan y contribuyen al conocimiento de nuestra problemática actual y que coadyuvan a las tareas propias del legislador mexicano para la adopción de las mejores decisiones sobre políticas públicas e institucionales de México, en su contexto internacional.

miércoles, 14 de enero de 2009

La falta de trabajo impide el regreso de migrantes radicados en EU: Mönge Arévalo

Ezequiel Flores Contreras Chilpancingo
El factor laboral ha sido el motivo que impide a los 950 mil guerrerenses que actualmente radican en Estados Unidos regresar a su lugar de origen, lamentó el comunicólogo Marco Antonio Mönge Arévalo durante la presentación de su libro El Guerrero de allá. Los guerrerenses radicados en Chicago, Illinois.
Señaló que su obra refleja la vida de los 350 mil guerrerenses de 950 mil que radican allá, quienes envían divisas al estado, por mil 200 millones de pesos anuales, a sus diferentes comunidades, donde la marginación y la pobreza es común.
En conferencia de prensa, Mönge Arévalo aseguró que en un mes entrevistó a guerrerenses que abandonaron el estado por falta de oportunidades, y no sólo personas con bajo nivel académico sino jóvenes con licenciatura que no ejercieron.
“Se trata de un libro basado en una investigación de dos años, que comenzó por explicar el fenómeno migratorio del estado y termina con testimonios de guerrerenses radicados en Chicago, donde abordan los problemas que enfrentan como el racismo y la perdida de identidad”, expresó.
Mönge Arévalo destacó que esos guerrerenses a pesar de que extrañan las costumbres de su región no pretenden regresar a Guerrero porque hay más posibilidades de desarrollarse allá.

viernes, 22 de febrero de 2008

Tras el poder, clubes de guerrerenses en EU que antes sólo querían estrechar lazos

MARCO ANTONIO MONGE AREVALO
El surgimiento de los Clubes de Oriundos Guerrerenses Radicados en Estados Unidos se debió a que los migrantes deseaban integrarse, reafirmar valores culturales, así como preservar su identidad; sin embargo, las organizaciones han dejando atrás estos principios para crear un poder político en Estados Unidos y en la entidad.
Su organización, desde el inicio, llegó desde el poder y esto se debió, principalmente, a la influencia social que tienen los migrantes en sus comunidades de origen. La influencia ha sido tal que cuando el entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu tuvo conocimiento que migrantes se organizaban, éste de inmediato asignó un representante de su gobierno en Chicago, cuya responsabilidad cayó en el ex priísta Bernardo Rosendo Ponce.
Esa atención era (en menor proporción) para mantener contacto con los ciudadanos radicados en el exterior, y en buena parte para ejercer influencia en sus familiares que se quedaban en el estado al momento de elegir a los gobernantes del PRI.
Bajo esta premisa es como el PRI crea el primer Comité de Apoyo a Compatriotas Residentes en el Extranjero (en Chicago), según documentos en poder de La Jornada Guerrero, que –de acuerdo con el acta expedida– se fundó en cumplimiento del programa de Acción del PRI, capítulo 7, Nueva Presencia Partidista en el Exterior; es decir el PRI-gobierno, desde el poder y subjetivamente, “organizó” y manejó a nuestros paisanos. De hecho el PRI editó un panfleto donde orientaba a los migrantes con respecto a sus derechos en el exterior.
La idea, bien mecanizada, era atraer votos a este partido. De allí las constantes visitas a los Estados Unidos de los ex gobernadores priístas José Francisco Ruiz Massieu, Ángel Aguirre Rivero y René Juárez Cisneros.
De izquierda a derecha, los entonces diputados federales Mario Moreno Arcos y Rubén Figueroa Smutny; el excandidato a gobernador, Héctor Astudillo Flores; el expresidente de la Federación de Guerrerenses Radicados en Chicago, Fabián Morales, en plena campaña electoral con paisanos en Chicago, Illinois. Foto Cortesía de Diego F. Giraldo Serna

No sólo el PRI
Esta estrategia no ha sido privativa del PRI. En la pasada elección a gobernador el interés fue más abierto y directo: los entonces candidatos a gobernador, Zeferino Torreblanca Galindo, por el PRD, y Héctor Astudillo Flores por el PRI, hicieron propaganda política al visitar las principales ciudades norteamericanas que aglomeran guerrerenses.

El ahora gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, a su llegada al aeropuerto internacional O'Hare de Chicago, fue recibido por los paisanos con pancartas de apoyo a su candidatura. Tuvo reuniones de carácter político-electoral en la organización comunitaria mexicana Casa Aztlán de Chicago. Foto Cortesía de Diego F. Giraldo Serna

En Chicago, por ser el estado en donde mayoritariamente radican, los encuentros con los paisanos fueron organizados por la Federación de Guerrerenses, y Clubes Unidos del Medio Oeste; la primera en apoyo al priísta Astudillo Flores y el segundo interesado en el discurso de Torreblanca Galindo.
Pero no sólo los candidatos a gobernador han mostrado ese interés. Se tiene conocimiento que el entonces candidato a presidente municipal, en el municipio de San Marcos, Armando Bibiano García, hizo campaña política con la comunidad sanmarqueña radicada en Atlanta, Georgia.
Estas organizaciones tienen poder político y de movilización importante dentro de la comunidad guerrerense, y no sólo allá mantienen esa influencia; los dirigentes en Estados Unidos son vistos como líderes de opinión, como hace referencia el periódico Chicago Tribune a los clubes de esta entidad, cuando dice que se han convertido en dirigentes que tienen “influencia cada vez mayor en ambos países; han incrementado su poder político en Chicago, y buscan reformas (migratorias) mediante marchas”, su poder se ha extendido al grado de mantener relación con los gobernadores de Guerrero.
Aunque se mencione que estas organizaciones son apartidistas, el origen de éstas viene desde el poder político.

En búsqueda del poder
El caso más relevante, hasta el momento, en torno al poder político-económico que han acuñado los migrantes es el de Timoteo Manjarrez Medina, quien radicaba en Chicago y a su vez en Teloloapan. Fue impulsado por el PRD y actualmente es alcalde de este municipio.


Otro caso es el del presidente del Club de San Marqueños Radicados en Atlanta, Carlos Villanueva Cuevas, quien desea participar en la contienda por la alcaldía de San Marcos en la próxima elección.
La búsqueda del poder, por parte de los líderes migrantes, ha girado en muchas vertientes, y una de ellas es la que el año pasado se encargó de difundir el coordinador general de los Clubes Unidos Guerrerenses del Medio Oeste de Chicago, Erasmo Salgado (en el primer encuentro de Radicados en el Exterior, llevado a cabo en el Congreso local, y en el Seminario Nacional de Migración realizado en Acapulco) de que desean mantener sus derechos políticos; es decir, que puedan ser candidatos a cargos de elección popular, o que se genere la figura de un diputado “binacional” o migrante como lo ha hecho Zacatecas y Michoacán.

martes, 21 de agosto de 2007

Vivimos casi en la esclavitud: sanmarqueños en Atlanta

Primera parte
MARCO ANTONIO MONGE ARÉVALO
ATLANTA, GEORGIA. Sus miradas tienen una pizca de alegría. Están juntos, reunidos, no todos, los suficientes para sentirse como en su “rancho”, para que el sonido de sus palabras (en su idioma) con ese acento característico que los identifica, acaricie sus tímpanos.
Sentados, parados, caminando de aquí allá, cerca de 25 sanmarqueños se disponen a esperar a que la olla de pozole hirviendo se enfríe un poco para degustarlo. El pequeño apartamento de arquetipo norteamericano es testigo mudo del pequeño nuevo mundo que se genera cuando los oriundos de San Marcos se encuentran.
Pero toda su felicidad se transforma en preocupación al recordar que las leyes del estado de Georgia han cambiado, y que se encuentran desprotegidos, sin documentos y con un pie fuera del país que los desprecia, pero que ellos “quieren” pues les da lo que no encuentran en el suyo: empleo.
Sus vidas cambiaron de manera dramática en los últimos dos meses, pues desde el primero de junio de este año entró en vigor la ley SB529 que restringe los servicios y posibilidad de empleo a indocumentados en ese estado. La legislación es conocida como “Ley de Seguridad y Cumplimiento de Leyes de Inmigración de Georgia”.
La medida restringe el acceso de los indocumentados a la educación y salud pública, una vez que lleguen a cumplir los 18 años de edad; establece también el cobro de un impuesto de 5 por ciento sobre las remesas que envíen a sus países de origen.
La ley castiga, también, a los contratistas que no verifiquen la documentación de sus obreros, ya que todos los empleados deben demostrar que se habitan de manera legal en Estados Unidos.
Como otros sanmarqueños, Carlos Cortés, quien lleva 13 años en Atlanta, afirma que se siente indefenso pues lo podrían deportar y sus hijas (nacidas en Atlanta) quedarían desprotegidas: “Me he preparado para eso y si llega a suceder, mis hijas no se quedan aquí, yo veré cómo se van conmigo, porque no quiero que se queden en un albergue”.
–Si estas leyes son duras para ustedes ¿estarían dispuestos a emigrar a otros estados de la Unión Americana o regresarían a Guerrero?
–Tengo muchos años en este estado, tengo mi familia, trabajo, prácticamente me dolería dejarlo, no tengo como punto de salida otro estado.
Cortés muestra resignación ante el hecho: “tenemos que mejorar nuestra actitud, no podemos tomar y manejar, tendremos que andar con cuidado; adaptarnos a su cultura, pero sin perder nuestra identidad. Estaríamos dispuestos a hacernos ciudadanos de este país, por los beneficios incalculables, no te imaginas las mejoras que tiene un ciudadano norteamericano comparado con un indocumentado. Prácticamente, y son palabras fuertes, estamos borrados”.
Su paisano René Moreno, indica: “es difícil tomar la decisión de irme a otro estado porque sería como empezar de cero, de alguna forma uno tiene años aquí y estás adaptado a la ciudad, pero así como se te abrieron las puertas aquí, igual podrá ser en otro. Te tomará unos años, pero con ganas de trabajar te iría bien”.
Y precisa: “aquí hay una rutina, del trabajo a la casa, de la casa al trabajo, como segunda opción sería mi país, a donde podría regresar”.
Con respecto a las nuevas normas, el presidente de Clubes de Sanmarqueños Radicados en Atlanta, Carlos Villanueva critica la ley y la considera “muy despectiva porque hay un sentimiento de temor y nos priva de muchas cosas como obtener una licencia de manejo o solicitar placas de vehículos para ir al trabajo; es una ley que nos limita a tener acceso a la salud, anteriormente podíamos ir a un hospital, nos atendían y pagábamos después, ahora es diferente, si llevas dinero te curan si no, tienes que ir a otro lado. Claro que en caso de emergencia te curan todavía. Sentimos que ahora la gente está preocupada. Aquí vivimos cercanos a la esclavitud, esclavitud disfrazada de bienestar. Nuestros derechos son limitados. Somos vulnerables y no tenemos más que trabajar.
–¿Puedes decir que Georgia se ha vuelto un estado antiemigrante?
–Sí, porque el gobernador y algunos grupos de gente, blanca principalmente, han tenido una actitud discriminatoria.
La ley 529 ha causado intranquilidad entre la comunidad sanmarqueña, pues autoriza a la policía estatal verificar la nacionalidad y el estatus legal de cualquier persona sin haber cometido un crimen y presentarla a migración, o si son aprehendidos por delitos menores como manejar sin licencia.
–Los gobiernos de Guerrero y México saben de esta situación. ¿Se han acercado a ustedes?
–No, nosotros nos damos cuenta que a través de los medios de comunicación ellos dicen que tienen contacto con nosotros, cosa que no es cierto. Sabemos que Gloria Sierra (secretaria de Desarrollo Social en Guerrero) dice que ha tenido contacto con los guerrerenses, pero la verdad no es cierto. Nosotros somos una comunidad importante en Georgia y no hemos tenido notificación de que estarán con nosotros. Ni siquiera en el Consulado Mexicano los conocen.
Dos ciudades un mismo sentir

Atlanta es la capital del estado de Georgia en Estados Unidos; cuenta con una población de 4 millones 112 mil 198 habitantes: 61,39 por ciento negros, 33,22 por ciento blancos, 4,49 por ciento latinos, 1,93 por ciento asiáticos, 1,24 por ciento mestizos, 0,18 por ciento amerindios, 0,04 por ciento oceánicos, 1,99 por ciento otras razas.
La ciudad, que en 1996 organizó los Juegos Olímpicos, es el centro de negocios y la sede de cientos de corporaciones como Coca-Cola o la empresa de noticias CNN; además cuna del reverendo Martin Luther King, activista de los derechos civiles.

Los veranos en Atlanta son calurosos; los inviernos fríos, las nevadas alcanzan unos 5 cm.
San Marcos se encuentra situado a en la región de la Costa Chica, de Guerrero, y de acuerdo al II Conteo de Población y Vivienda en el 2005, el municipio cuenta con 44 mil 959 habitantes.
San Marcos es muy conocido por la canción La San Marqueña, compuesta por el sacerdote Emilio Vázquez Jiménez.
Son ciudades con muchos contrastes, los más grandes son sus economías y arquitecturas: en Atlanta sobresalen los rascacielos, las grandes carreteras y un mega aeropuerto; mientras que en San Marcos las viviendas son de adobe, concreto y madera, aunque a raíz del envío de las remesas de quienes trabajan en Atlanta ha habido un pequeño incremento en la construcción de casas de concreto y tabique.
Sin embargo, San Marcos y Atlanta tienen orígenes poblacionales muy similares: raíces de tribus indígenas, sufrieron invasiones (española, la primera y tropas estadounidenses, la segunda), los habitantes de estas ciudades en su mayoría son de color, pues en Atlanta hay estadounidenses que provienen de negros traídos de África para trabajar como esclavos, y en San Marcos los españoles trajeron, al igual como esclavos, a nativos de África y el Caribe.


Sanmarqueños en números
No existen datos exactos de la cantidad de guerrerenses que radican en Atlanta; sin embargo, datos recabados por el Consulado de México en Atlanta al momento de expedir Matrículas Consulares de Alta Seguridad (mayo 2007), indican que el 6.30 por ciento de los guerrerenses que vive en Estados Unidos radican en esa ciudad; de allí que si tomamos cifras extraoficiales que indican que entre 950 mil y un millón de paisanos viven en Estados Unidos, se calcula que 59 mil 850 guerrerenses radican en Atlanta, de los cuales cerca de 5 mil son oriundos del municipio de San Marcos, es decir, el 8.9 por ciento de los 44 mil 959 habitantes que reportó el II Conteo de Población y Vivienda en el 2005, en ese municipio.

Sanmarqueños han aprendido a vivir y soñar, entre racismo y bajos salarios en Atlanta

Segunda parte
MARCO ANTONIO MONGE AREVALO

ATLANTA, GEORGIA. En Atlanta los sanmarqueños han aprendido a vivir y soñar, entre racismo, humillaciones, bajos salarios y pocas prestaciones en sus empleos, aún así les da algunas cosas que no los separa de sus raíces, como tiendas que expenden productos mexicanos como “La Sanmarqueña”, cuyo dueño es el nativo de San Marcos José Gálvez Bibiano, o supermercados del guerrerense Jesús Brito, o de coreanos como “El Mercado del Pueblo”.


“Sanmarquitos”



En la región de Lindbergh, Atlanta, se encuentra una zona conocida como “Sanmarquitos”, donde todos los habitantes del complejo habitacional son nativos del municipio de San Marcos; allí se pueden ver a los llamados “esquineros” o “jornaleros”, quienes esperan a que “algún gringo necesite de sus servicios”.
En “Sanmarquitos” se puede disfrutar de unos ricos tacos de cecina en casa del matrimonio Araceli Genchi Miscada y Nicandro Suástegi Avila; o pan estilo San Marcos en el hogar de doña Samira Rosario Díaz. “Todo esto nos hace sentir como en Guerrero”, dicen.


Por qué Atlanta
La expulsión de sanmarqueños hacia la ciudad de Atlanta se debe, principalmente, a la falta de empleo o empleos mal pagados en Guerrero; otros factores que determinan el flujo migratorio de los oriundos de San Marcos son la búsqueda de mejores oportunidades de vida, reunificación familiar o por tradición.
Ejemplo de ello es el caso de Carlos Villanueva Cuevas, quien argumenta que la falta de oportunidades en Guerrero fue lo que lo orilló a emigrar: “si nos quedamos en nuestras comunidades carecemos de lo más preciso y obviamente que no nos permite dar educación a nuestros hijos, venimos acá porque buscamos que nuestros hijos de conviertan en profesionistas, darles educación, vivienda y alimentación”.
A principios el desplazamiento de migrantes sanmarqueños era hacia Chicago –ciudad históricamente preferida por los guerrerenses–; sin embargo, a raíz de que Atlanta es elegida para organizar los Juegos Olímpicos de 1996 requirió mano de obra para construir edificios; en esos años Atlanta lideró la generación de empleos en Estados Unidos y los salarios eran los más altos, por ello muchos emigraron a esa ciudad.
Otro de los puntos importantes es el perfil del migrante: con un nivel cultural más elevado al que emigra a los estados del sur de Estados Unidos, donde trabajan en el campo por cinco dólares la hora, a pleno sol; contrario a estas zonas donde pueden trabajar en una fábrica, hoteles o restaurantes, en mejores condiciones, además la brecha en los salarios es grande. En la construcción, algunos obreros indocumentados pueden ganar dos veces el salario mínimo e incluso más en algunos casos.

Vivienda, educación y salud
En cuanto a la vivienda, la mayoría de sanmarqueños renta apartamentos junto con otros migrantes: amigos, primos, hermanos, esposos e hijos, quienes comparten un departamento de dos recámaras con 10 personas, e incluso un cuarto llegan a ocuparlo cinco personas mientras otros duermen en la sala. “Cuando uno es sólo tiene la oportunidad de acomodarse en cualquier espacio”, dice el sanmarqueño Carlos Villanueva.
Los bajos salarios e impuestos que pagan por concepto de su trabajo y consumo los deja con pocos dólares, así que repartir la renta entre varias personas les permite ahorrar, ya que el costo de renta varía de entre 650 y 750 dólares al mes, sin contar gastos de agua y luz.
En educación hay instituciones que enseñan inglés y computación de manera gratuita; los niños reciben educación pública desde preescolar hasta la preparatoria, independientemente de su situación migratoria. Sin embargo, es difícil que tengan acceso a la educación superior, pues los costos son altísimos. A un indocumentado los estudios universitarios le cuestan como “estudiante extranjero”.
La razón por la que los adultos no continúan sus estudios es que, como ellos mismo dicen, “nos empeñamos en trabajar tiempo completo y no tenemos tiempo para estudiar. El tiempo es oro y no nos permite realizar otras actividades, porque el rato que tenemos libre lo ocupamos para descansar”. La mayoría tienen dos trabajos o a veces uno de 12 a 14 horas.
En cuanto a salud, la nueva ley (SB529) establece la restricción de los servicios de salud a los indocumentados mayores de 18 años. Sin embargo, no anula el derecho de las personas de recibir atención médica en caso de emergencia. “Enfermarse en Estados Unidos tiene un costo demasiado alto”, dicen.

El mercado laboral
A pesar de que Georgia es uno de los estados que “mejor” remunera la mano de obra (6.25 dólares sueldo mínimo, la hora), varían de entre siete, 10, 11, 13 o 15 dólares la hora, dependiendo del tipo de ocupación y de “la estabilidad que tengas en tu empleo”; sin embargo, el exceso de mano de obra ha hecho que en algunos sitios los sueldos sean más bajos, 5.50 dólares por hora.
Empero, estos sueldos son bajos a comparación de lo que puede ganar alguien que tenga sus papeles en regla, que varía de 20, 25 a 40 dólares la hora.



A continuación mencionamos algunas de las actividades que desarrollan los sanmarqueños en Atlanta: construcción, restaurantes (meseros, cocineros, lavaplatos, limpieza, cajeros etcétera), hoteles (limpieza, encargados de área), fábricas, yarda (podadores), encargados de pequeños negocios (carnicerías, tiendas de abarrotes, lavanderías, sobre todo de empresarios mexicanos), y niñeras.
Cabe mencionar que la ley SB529 indica que a partir del primero de enero de 2008 quien quiera conseguir un empleo en el estado, si no tiene un estatus migratorio correcto no podrá conseguirlo.


Organización social

El Club de San Marqueños Radicados en Atlanta surge de la necesidad de dar solución a las adversidades que tiene la comunidad sanmarqueña en Atlanta. Nace en 2003, su presidente es Carlos Villa-nueva Cuevas.
Como todos los clubes de oriundos en Estados Unidos, su principal función es mantener el bienestar de la comunidad sanmarqueña, apoyar a sus paisanos en los problemas que se les presenten, así como la ayuda en la búsqueda de empleo a los migrantes recién llegados a Estados Unidos.
Velan por las demandas de sus paisanos, generan el rescate de valores y la cultura de su municipio.
Su organización les permite, junto con la dirección de Atención a Migrantes, en San Marcos (oficina que brinda apoyos administrativos de gestoría y orientación. Primer municipio que tiene dicha oficina) generar obras de benéfico social en los dos países.
El Club de San Marqueños Radicados en Atlanta fomenta las redes sociales, lleva cabo eventos que permiten el esparcimiento, educación, cultura y deporte; además genera los valores éticos, morales y cívicos de los sanmarqueños, como lo señala su presidente: “acudimos a escuelas y llevamos orientación para los hijos de migrantes, hacemos reuniones para orientar a los jóvenes en diversas cuestiones como drogadicción o consumo de alcohol”.
Sin embargo no tienen edificio propio, lo cual no les permite desarrollar su actividad al máximo. Se reúnen en sus departamentos o rentan locales, por lo cual Villanueva Cuevas ha pedido al gobierno del estado de Guerrero apoyo para la “obtención de un centro comunitario donde haya personas capacitadas para orientar a la población, tener un contacto directo con el Consulado a través de este centro, que serviría para todos los guerrerenses, porque los únicos guerrerenses organizados somos los sanmarqueños, los demás se acercan a nosotros a solicitar apoyo”.

Un dato
Hace años el extinto gobernador de Guerrero, José Francisco Ruiz Massieu, descubrió que las comunidades de migrantes guerrerenses en Estados Unidos eran indispensables para obtener votos por su influencia en sus lugares de origen. De ahí las visitas de distintos candidatos a las principales ciudades estadunidenses.
La importancia de la comunidad sanmarqueña en Atlanta es tal que los entonces candidatos Zeferino Torreblanca y Héctor Astudillo (a gobernador), y Armando Bibiano García (a presidente municipal de San Marcos), hicieron campaña en esa ciudad.

Hasta 16 horas trabajan los sanmarqueños en Atlanta, en oficios aprendidos en su tierra

Tercera y última parte
MARCO ANTONIO MONGE AREVALO

ATLATAN, GEORGIA. Hombres y mujeres trabajan turnos de 12 a 14 horas, o tienen dos trabajos de ocho horas por periodo; otros han recurrido a los oficios que aprendieron en su natal San Marcos, con lo poco que ganan viven, crían a sus hijos y todavía subsidian la economía del estado de Guerrero al enviar sus remesas.
Las jornadas son intensas, apenas hay tiempo de dormir y de ver a sus hijos, pues cuando los hijos se van a la escuela, los padres descansan, y cuando los padres regresan de trabajar los hijos ya están durmiendo.
Mientras, en su pueblo algunos creen que la vida en Estados Unidos es fácil y que el dinero cae como los cocos de las palmeras, o que se consigue tan cómodamente como en un día de pesca.
“Hay gente que te dice la verdad y hay otra que no, muchas te dicen: ‘mira, vamos para allá porque se gana el dinero fácil’, y es todo lo contrario. De entrada, el idioma es distinto al nuestro”.
Estos son testimonios de sanmarqueños que llevan de uno a 10 años viviendo en la ciudad que los mantiene vivos, pero trabajando y pagando impuestos; que les da pequeñas recompensas, pero los mantiene en el olvido y con un pie fuera del país:
Una historia entre millones

El sufrimiento de Concepción de la Cruz Villanueva inició en abril de 2005 cuando por olvido, sus compañeros, que momentos antes habían pulido el piso, no pusieron los señalamientos debidos al no colocar las tapas del aire acondicionado, por lo cual resbaló la escalera en la que mantenía el equilibrio limpiando vidrios. Se lastimó la cintura y se fracturó el pie izquierdo.
La sanmarqueña que emigró en el 2002 a Atlanta para apoyar a su familia trabajando en la limpieza de hoteles y del politécnico de esa ciudad relata que al momento del accidente no fue hospitalizada, sin embargo a raíz de una fuerte fiebre e inflamación en el tobillo le pidió a la contratista que le ayudara con el pago de una “cirugía, comida y un poco de dinero para regresarme a mi país”, pues los médicos le dijeron que había perdido el tendón y que no volverá a caminar con estabilidad. Pero la contratista se negó, por lo cual De la Cruz Villanueva, procedió a demandar a la empresa.
Sentada y con la mirada triste Concepción de la Cruz, de 43 años, tuvo que vivir humillaciones de parte de sus propios paisanos hasta que sus abogados lograron que la empresa le diera un cheque por 149 dólares a la semana, nada para la madre soltera que mantiene a dos hijos.
“Los abogados están peleando la cantidad de 128 mil dólares, pero no logramos llegar a la mediación, apenas el 9 de agosto tengo que ir a la Corte”.
–¿De las autoridades mexicanas y guerrerenses qué apoyos ha tenido?
–Hasta a horita, he pedido apoyos en México, pero aquí nada. Necesito que me apoyen hasta que yo esté bien, voy a estar con ellos allá. Me gustaría donar una parte del dinero que me den. Depende de lo que me den apoyaré a una comunidad. Depende de lo que me den yo estoy con mi país.
–¿Se regresaría a San Marcos?
–Claro que sí, me gustaría que fuera rápido.
–¿Para usted es esencial regresar a México después de que se vino por falta de empleo y que aquí tuvo una oportunidad de trabajo?
–Sí me gustaría, porque si yo tengo un poco para apoyar a mi familia, y por lo de mi accidente no he podido ayudarle.
–¿Qué le diría a las autoridades guerrerenses?
–Les pido que me ayuden a tramitar un permiso para ir y venir en lo que se resuelve mi problema para estar con mi familia. Tengo dos hijos, niña y niño, viven en México.

El esquinero

Diez minutos después de haberse alejado corriendo de la sombra del árbol en que esperaban a que algún un carro se parara y llegaran a un acuerdo en cuanto al costo de la mano de obra, el esquinero (como les llaman en Atlanta por esperar en las equinas a los contratistas) Rodolfo González, originario de Acapulco, accedió a que lo entrevistáramos:
–¿Por qué corrieron cuando llegamos?
–Pues es que luego la policía toma fotos. Llega, te piden identificación y si no tienes cómo demostrar que eres de este país, te puede llevar.
El acapulqueño es calculador y piensa todas sus respuestas, afirma tener 29 años; haber culminado sus estudios en la Preparatoria 17 de la Universidad Autónoma de Guerrero, además de ser carpintero de oficio, pero que desde hace un año que llegó a Atlanta hace todo tipo de trabajos.
–¿Qué fue lo que te motivó a venir para acá?
–Para que no me contaran, y los salarios en Acapulco no alcanzan para nada.
Aunque a decir de ellos mismos su trabajo es mal pagado (10 dólares la hora). “La gente que nos va a contratar llega, sólo hace señas con las manos: dos o tres. Todos se amontonan, has de cuenta como burros, el gabacho dice tres y se avientan siete. Ya para cobrar uno se arregla en el camino. Hay quienes se aprovechan y nos pagan menos”.
Los esquineros son contratados para pintar casas, mudanza, jardinería, construcción, limpia de drenajes y techos de las casas, hasta por hablar: “hay señores de edad que por sólo cargarle la bolsa y que ande platicando con uno, te pagan”, relata.
Rodolfo González llega todos los días a su esquina, desde las 7 de la mañana hasta las 4 u 8 de la noche. “A horita ha habido mucha escasez de trabajo. La policía llega a cada rato y nos corre. Los sábados y viernes es cuando hay más trabajo, especialmente cuando se acerca la renta, a fin de mes” dice.

Pan al estilo San Marcos

La vergüenza se asoma en el semblante de doña Samira Rosario Díaz, la panadera de “Sanmarquitos”, tiene cinco años viviendo en Atlanta; cuenta con 48 años de edad y dice que dejó su tierra por “buscar la manera de salir adelante”.
La oriunda de San Marcos hace pan al estilo de su tierra, lo vende y lo hace en su pequeño departamento, quienes le compran son los sanmarqueños y mexicanos porque dice “son cosas mexicanas, y ya las conocen”.
Empezó vendiendo 50 panes y ahora vende unos 400. Es casada, tiene cuatro nietos nacidos en Atlanta y cuatro hijos sanmarqueños.

De catedrático a migrante
El ex catedrático de la Universidad Autónoma de Guerrero, Gerardo Nava Morales, se apena cuando comenta que sus primeros trabajos en Estados Unidos fueron vender naranjas y cacahuates en California; actualmente trabaja en un taller joyero en Atlanta.
Nava Morales, de 49 años, cuenta que la razón por la que emigró fue porque aún siendo catedrático de la UAG, su sueldo era muy bajo, “y me tocó una situación muy difícil en la UAG; tardamos más de dos años sin cobrar ni un cinco. Yo aguanté un poco porque tenía un taller de joyería, pero no se pudo más”.
–¿Regresaría a México?
–Cómo dice el dicho: como México no hay dos. Me gustaría regresar, pero tenemos que tener un patrimonio para poder vivir allá. He trabajado en el campo allá pero no le dan prioridad. Hay tierras. Los que se hacen ricos y acaparan todo son los intermediarios.
–¿Por qué se vino a Atlanta?
–Porque aquí viven mi sobrino, mi cuñado y mi hijo.


Tacos de cecina en “Sanmarquitos”

Cuando se pasa por el apartamento de la familia Suástegi Avila, se huele México, se huele a unos buenos tacos de cecina y demás antojitos mexicanos.
Nicandro Suástegi Avila y su familia llegaron a Atlanta en 1997; en San Marcos él se dedicaba a administrar un taxi; sin embargo, dice que lo que ganaba allá no se compara con lo que gana en Atlanta: “la verdad allá se gana muy poco, como 500 pesos al día menos gastos que invierte uno, como 350”.
La historia de la venta de tacos y comida estilo San Marcos, en su casa, comienza con la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, en 2001, ya que la contratación de mano de obra bajó, así que se les ocurrió vender comida en su casa, a sus vecinos de “Sanmarquitos”.
“Es menos presión, lo que gano es mío y cuando estamos cansados nadie nos presiona de que tenemos que trabajar. Mi esposa trabajaba en limpieza en un hotel y le gustó lo de la comida y ahora sólo vendemos”.
–¿Con las nuevas leyes usted se regresaría a Guerrero?
–Tal vez, porqué ahora es más difícil si no tenemos licencia.

martes, 7 de agosto de 2007

La nueva ola migratoria, guerrerenses en el suroeste de USA


El empleado debe proporcionar al menos dos formas válidas de identificación como licencia de manejo, Carta de Seguro Social, un pasaporte, un certificado de ciudadanía de la oficina de Servicios de Inmigración y Naturalización, una tarjeta de Alien Residente, una tarjeta de residente provisional o una visa de trabajo (Foto: Marco Antonio Mönge Arévalo)

Por Marco Antonio Mönge Arévalo

Quizá hoy mismo esté pisando una alfombra que ha sido hecha por manos guerrerenses, los cuales, han dejado las ciudades fronterizas como California, y Chicago, Illinois al norte de Estados Unidos, para establecerse en las urbes del suroeste como Dalton, Georgia, ciudad conocida como la Capital Mundial de la Alfombra.
La mayoría de mexicanos que vive en Dalton son de Guanajuato, Durango, Guerrero, Chiapas, Michoacán, Jalisco, y Zacatecas. Han decidido emigrar a esta ciudad pequeña del estado de Georgia por la permanencia de los trabajos y porque “no es como en otros estados (de Norteamérica), donde por el frío” deben de dejar de laborar.
Dalton, tiene una población aproximada de 28 mil habitantes, de los cuales casi la mitad son latinos. Está ubicada al sureste de Estados Unidos y a dos horas de Atlanta –capital de Georgia.
Los guerrerense que forman parte de “la nueva ola migratoria” llegan hasta esa ciudad por los mejores salarios, mejor educación y porque la actitud antimigrante es menor. Otras de las causas es que los migrantes desean un mejor modo de vida para sus hijos, y en las pequeñas ciudades sus hijos no se mezclan en las gangs –término inglés que significa banda: de vandalismo.
En este sentido Chicago, Illinois (ciudad preferida por los guerrerenses) ha dejado de ser el punto de referencia entre nuestros paisanos (aunque no ha disminuido el flujo); “ha dejado de ser un fenómeno regional –concentrada en los estados fronterizos y en Chicago— para convertirse en un fenómeno nacional de carácter irreversible” (Alberto Nájar en Masiosare). Es decir, las ciudades fronterizas como California, o Chicago al norte, han pasado a segundo término.
“Los inmigrantes ilegales no se están dispersando al azar. Van detrás de los empleos”, afirma Gordon Hanson, profesor de economía en la Universidad de California en San Diego. Indica que el crecimiento de la población de inmigrantes ilegales es más intenso “en zonas con poblaciones en crecimiento, donde hay más restaurantes, almacenes, construcciones y comercios. Y en zonas donde la manufactura y mano de obra estadounidense está envejeciendo o desapareciendo”, dice.
David norteamericano residente en Dalton indica: “Cuando era niño casi nunca oía hablar en español. Ahora tengo un amigo –guerrerense— que habla español y que me ha ensañado unas cuantas palabras”.
Los gerentes de la industria de la alfombra están aprendiendo el idioma para poder comunicarse con los empleados. De hecho, la mayoría de las fábricas traducen las instrucciones de los materiales de seguridad.
Hay tiendas hispanas a cada dos o tres cuadras, y los alimentos, dicen los guerrerenses, “han mejorando mucho” porque ahora pueden comer productos que originalmente se producen en México.
En Dalton la población latina que demanda educación creció de 100 niños y jóvenes, en 1989, a más de 3 mil en el año 2000, según datos del Georgia Project. En 1997, las escuelas públicas de Dalton fueron las primeras del estado que pusieron en marcha el Proyecto Georgia, una iniciativa para traer a Georgia profesores bilingües de distintas partes de México.

Nada es color de rosa
Aunque los investigadores afirman que en estas ciudades del suroeste, los sueldos son altos, en Dalton, el sueldo promedio, en las fábricas, es de 6 dólares con 30 centavos la hora, y en gran medida las compañías de empleos temporales son las culpables de que los sueldo bajen, ya que mantienen contratos con las fábricas en donde a la compañía que pacta la mano de obra se lleva una parte del sueldo del contratado, y como no exigen papeles legales la mayoría de guerrerenses acuden a estas compañías; además de que estratégicamente atienden en español.
Un 95% de los clientes de estas compañías sólo habla español, y por lo menos una vez por semana rechaza a un solicitante por carecer de identificación emitida por el gobierno de Estados Unidos.
La mayoría de los guerrerenses tiene mayores ingresos económicos que otros inmigrantes en el resto del país. Pero hay otros, que no los tienen: el pago de cada hora laborada es entre 6 y 7 dólares sin descontar los impuestos.
Explica un guerrerense: “La mayoría de los sueldos en esta área es bajo, y se debe a que hay mucha demanda. Todos quieren trabajar, y con tal de no quedarse sin trabajo se alquilan a menor precio. A veces por eso se molestan lo gringos, porque ellos quieren que les paguen buenos sueldo, pero no los contratan porque notros, por la necesidad, tenemos que trabajar hasta por cinco dólares la hora”.
Aunado a esto hay que incluir que no hay transporte público, por lo que los gastos en gasolina son de entre 45 dólares a la semana.
Cuando no están trabajando en las fábricas trabajan en la “yarda” (el jardín) o como ayudantes de construcción o en restaurantes.

Guerrerense en Dalton
Mario Blanco es uno de los pocos guerrerenses que gana más de $10 dólares la hora en esa área; es mecánico automotriz. Trabaja en Acapulco en un taller mecánico; de lunes a sábado ganaba entre $3 mil pesos (aproximadamente $300 dólares) al mes. Al contrario de esto, Mario, en Dalton, gana $11 dólares la hora, trabaja 11 horas al día de lunes a sábado, es decir en 66 horas de trabajo a la semana gana $726 dólares. “Gano más del doble en una semana de lo que ganaba allá en un mes. Lo único difícil es que me tengo que despertar temprano y termino tarde –de las 07.00 a 18.00 horas—, pero que le voy a hacer tengo una familia que mantener”, afirma.
Blanco cruzó la frontera ilegalmente desde hace 5 años. Fue su compadre quien lo invitó y tan pronto supo que el trabajo abundaba, no lo pensó dos veces, y hasta que se estableció se llevó a su esposa e hijos; ella encontró un trabajo de temporada en una fábrica de alfombras.

No papeles: no trabajo
Para los guerrerenses en Dalton encontrar trabajo no es un problema, tan pronto como tienen una identificación –generalmente falsa— los empleadores los contratan.
Mario compró su tarjeta de Seguro Social falsa y su tarjeta verde (green card) falsa por $100 dólares hace cinco años.
Su tarjeta de Seguro Social es de un color azul pálido muestra el emblema de un águila Americana en un color rojo claro detrás de su nombre impreso y su número de Seguro Social. A simple vista parece auténtica y tiene el nombre real de Mario Blanco al igual que su Tarjeta Verde (las Tarjetas Verdes o Tarjetas de Alien Residente, otorgan el permiso a un inmigrante para trabajar y vivir en los Estados Unidos).
La mayoría de los inmigrantes ilegales en Dalton compran papeles falsos en Atlanta. Suelen ir hasta allá en grupo hacen el negocio por correo.
Un guerrerense nos afirmó que él se tomó las fotografías en Dalton y se las envió por correo a un hombre en Atlanta, quien hace identificaciones falsas para inmigrantes.

miércoles, 4 de julio de 2007

Un guerrerense en la “Gran Manzana”

Por Marco Antonio Mönge Arévalo

Juan Manuel Peralta, un guerrerense nativo de Huamuxtitlán y radicado en Nueva York, nunca imaginó que el 26 de mayo de 2005, el New York Times —considerado el diario más influyente e importante de Estados Unidos—, le dedicara un extenso reportaje; mucho menos que éste fuese la nota principal de ese día.

El reportaje titulado 15 Years on the Bottom Rung—15 años en el peldaño de abajo—, escrito por Anthony DePalma, da cuenta de las diferencias que existen entre los migrantes europeos y los latinoamericanos, los compara al extremo, y trata de comprobar que los mexicanos que radican en Estados Unidos no podrán ascender social y económicamente. Es decir que los mexicanos tienden a quedarse varados en lo que califica como "una subclase permanente entre los no—calificados y los sin educación".

Peralta no tenía idea de que sería escogido para ser una especie de conejillo de indias para el reportero del Times; la probabilidad era casi imposible ya que habita en una ciudad que tiene el número más alto de inmigrantes extranjeros: casi 3 millones de poco más de 8 millones. Además de que según cifras del censo estadunidense del 2000, habitaban 186 mil 872 mexicanos en Nueva Cork, aunque se calcula que el número actual es mucho más alto pues el Consulado Mexicano en Nueva York ha emitido más de 500 mil Matrículas Consulares (credencial que identifican al portador como ciudadano mexicano en el extranjero) desde 2001.

Un oaxaqueño y otro guerrerense de Zihuatanejo quedaron en la lista de espera y en su lugar entró Juan Manuel Peralta, quien tuvo la fortuna de que su fotografía apareciera en la portada del Times en casi todo el mundo.

El experimento
Según el reporte del Times Juan Manuel Peralta y John Zannikos —el primero, mexicano, cocinero del 3 Guys (un restaurante que la guía Zagat llamara alguna vez "la cafetería más cara de Nueva York"), y el segundo, griego, uno de los tres propietarios del mismo restaurante—, llegaron a Nueva York, con las mismas probabilidades de superación.

El reportero describe a Juan Manuel Peralta como el migrante que no logró hacer realidad el sueño americano.

"Peralta llegó a Nueva York 40 años después que Zannikos, los dos compartían inicios extraordinariamente similares. Llegaron a la misma edad a la misma sección de la ciudad de Nueva York, sin documentos legales y sin hablar más que unas palabras de inglés. Los dos soñaban con una vida mejor. Pero enormes cambios en la economía y en las actitudes hacia los inmigrantes hacen menos probable que Peralta y sus hijos pasen por la misma movilidad ascendente que Zannikos y su familia", escribió Anthony DePalma. Lo que le hizo falta a DePalma fue mencionar que John en español también significa Juan.

DePalma afirma que los mexicanos actualmente están descubriendo que el sueño americano es mucho más elusivo de lo que fue para Zannikos, y que corren el riesgo de estancarse en una subclase permanente entre los pobres, los no—calificados y los sin educación.

La hipótesis de DePalma es que el flujo migratorio es "un problema por sí mismo". Es decir, hay una creciente ola de trabajadores, lo cual significa que los sueldos irán a la baja, y "si alguien avanza, otro —o quizás dos o tres— ocuparán su lugar.

Los griegos no han llegado nunca en grandes números a Estados Unidos —el censo de 2000 contó 29 mil 805 neoyorquinos nacidos en Grecia—, pero tendieron a asentarse en unas pocas áreas, como la sección de Astoria, de Queens, que se transformaron en comunidades unidas dispuestas a ayudar a los recién llegados.

Pero lo que no se menciona en el reporte del Times es que no sólo la gran afluencia de mexicanos que llegan a Nueva York tiene que ver con que la mayoría de ellos no pueda alcanzar un desarrollo económico admirable, pues generalmente los migrantes mexicanos no rompen el vínculo con sus familias y envía remesas que oscilan entre los 300 y 500 dólares mensuales (no es el caso de Peralta, quien cada mes o dos meses manda sólo de ..:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />50 a 100 dólares), lo cual les genera un desgaste económico.

Inocencio Peralta, padre de Juan Manuel, sin saberlo da otra pauta para analizar el caso.

Según él, su hijo desde que vivió en Guerrero no supo administrar su dinero. Ése es el caso de muchos mexicanos que viven en Estados Unidos, que no tienden a ahorrar dinero y, quien llega a hacerlo, dispone de una idea general sobre ciertos proyectos productivos, pero no posee asesoría para materializarlos.

Otro de los puntos es que los dos migrantes llegaron en épocas distintas, y Zannikos, se casó con una puertorriqueña, lo cual le abrió las puertas para que obtuviera la ciudadanía estadunidense.

Los contrastes entre un polvoriento pueblo y la Gran Manzana
DePalma describe en su reportaje a Huamuxtitlán como un "polvoriento pueblo". Este municipio se localiza en la región de La Montaña (la zona más pobre del estado de Guerrero); limita al norte con Xochihuehuetlán; al sur con Alpoyeca; al este con Oaxaca y al oeste con el municipio de Cualac. Su economía se basa principalmente en la agricultura y la ganadería; "ahora lo que funciona es el ganado de engorda", dicen sus pobladores.

Los habitantes de Huamuxtitlán tienen contacto comercial, social y cultural tanto con el estado de Puebla como con el de Oaxaca.

Es un pueblo que a lo lejos se vislumbra solitario, no muy polvoriento como lo menciona DePalma, pero sí abandonado.

Al centro de la comunidad destaca una pirámide sin alguna placa que muestre su nombre y rodeada de malla ciclónica; en el resto del pueblo las casas de adobe contrastan con pequeños edificios o casas de arquetipo urbano.

Las calles, aunque pavimentadas, tienen una capa ligera de tierra sobre ellas. La propaganda de algunos políticos pegada en postes y bardas hace ver más deprimente el desolado paisaje.

El abandono ha sido tal que el hospital funciona con ciertas dificultades, y el Ayuntamiento no cuenta con datos que den muestra de la cantidad de huamuxtitlecos que han abandonado el municipio para partir a Estados Unidos.

Los efectos de la migración en Huamuxtitlán no sólo se distinguen en el soporte que los migrantes dan a sus familiares para que construyan sus casas de "material"; en las aportaciones que hacen para fiestas tradicionales; en la contribución a la reducción de la pobreza, o en el subsidio que dan a los campos de esa región, sino también se vislumbra en los cambios sociales que trae consigo este fenómeno, uno de ellos son los cholos (chavos banda), jóvenes nativos de Huamuxtitlán quienes de pequeños emigraron con sus padres y han regresado de Nueva York u otras ciudades de ese país, y quienes regresan con nuevas formas de comportamiento juvenil, vestimenta (pantalones y camisas holgadas) e intentan crear una identidad a partir de la violencia, y por qué no, del racismo.

La casa donde alguna vez habitó Juan Manuel Peralta es de bloques de arena y cemento color verde pistache. Modestamente techada con loza de concreto, mide cerca de 8 por 10 metros. A la entrada una puertita de madera antecede a una puerta azul de metal.

Adentro se observan un altero de sillas de plástico y tiras para decorar salones de fiestas. Varias fotografías enmarcadas (donde posan los cuñados, cuñadas y sobrinas de Juan Manuel que se han casado y cumplido 15 años respectivamente), decoran la humilde sala.

De ese pobre y "polvoriento pueblo" salió Juan Manuel Peralta, rumbo a Nueva York, la ciudad más poblada de Estados Unidos, y la segunda más poblada de Norteamérica, después de la ciudad de México.

Ubicada en la costa noreste de Estados Unidos, es el centro financiero de ese país, sede de la Bolsa de Valores de Nueva York. La industria financiera tiene su base en la calle Wall Street ubicada en el Bajo Manhattan. La industria de la moda en Estados Unidos también tiene su base en Nueva York. Gran cantidad de editores literarios, tiene su sede allí.

Es una ciudad internacional debido a la gran afluencia de inmigrantes. Sólo Los Ángeles la supera en este apartado.

Cuando uno camina por las calles de Nueva York puede encontrar a gente de todo el mundo: alemanes, griegos, irlandeses, italianos, chinos, coreanos, puertorriqueños, africanos, judíos, mexicanos, etc.

Su fama le da el título de capital mundial, y como corroborando esa credencial, las Naciones Unidas tienen su sede en ella. A partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 es la ciudad más vigilada del mundo.

El cuarto de 2.7 por 2.7 metros en un apartamento de Queens que comparte Juan Manuel Peralta con otros nueve mexicanos de tres familias, con quienes comparte el baño, no se compara con la casa en que vivía en Huamuxtitlán.

Aquí, tiene que pagar 500 dólares, cerca de 6 mil pesos, mensuales.

Cuenta con una litera, un colchón que recarga contra la pared, televisor y artículos de clase media (como un teléfono móvil y un reproductor DVD).

No olvida sus raíces religiosas, pues en una de sus paredes cuenta con un improvisado altar en honor a la virgen de Guadalupe.

La partida de Juan Manuel Peralta
Inocencio Peralta, padre de Juan Manuel, de 57 años; nativo de Xochititlamapa, Guerrero, se dedica a la albañilería, o como él lo dice "haciendo casitas"; en su juventud quiso emigrar a Estados Unidos, pero no lo logró. Aún no tenía familiares allá.

Define su carácter en dos palabras: "medio así", refiriéndose a que su forma de ser no le ha permitido convivir plenamente con sus hijos. Nunca juega. Nunca chancea con ellos. Al preguntarle si le gusta la vida en Huamuxtitlán contesta que no le queda otra, "aunque no me guste ya estoy aquí. Yo no voy a Nueva York a menos que tenga papeles", dice.

Inocencio es un hombre que actúa con naturaleza y sin poses, admite que le causa orgullo que su hijo haya salido en el New York Times y, por su misma naturaleza, la dimensión del suceso no es algo que tenga que gritarlo a los cuatro vientos: "No le he dicho a la gente que mi hijo salió en los periódicos. Si fuera yo otra persona, sí, tal vez".

Después de almorzar ocho picaditas comenta cómo y por qué fue la partida de su hijo:

"Mi hijo siempre tuvo la inquietud de irse al otro lado. Después de los 12 ó 14 años Juan Manuel se fue a trabajar con un talachero. Terminó la secundaria y el CBTA, sólo estudió… —intenta recordar; una pausa e interviene su esposa: 'cuatro meses'. Como al año me dijo: 'yo me voy para allá'. ¿Pero con qué dinero?, le dije. Y me dijo: 'Pues consígueme, yo quiero irme para allá'—las palabras del hijo las repite en un tono enérgico como si fuese una orden.

A Inocencio Peralta le costó conseguir el dinero para su primogénito; fue con sus parientes. Le negaron el préstamo. Le prestaban al 20 por ciento sólo si el dinero era para él, y no para su hijo. Lo recuerda amargamente: "Tengo unos familiares que, desde esa fecha, no les quiero ni hablar. Yo soy pobre. Esta camisa está limpia —se agarra su camisa que está un tanto desgastada y sucia por el trabajo—, me gusta vestirme como la peor gente. Soy muy humilde. Entonces fui con esas personas, y me dijeron: 'No, a tu hijo no le presto dinero, si tú te vas sí, pero, a tu hijo no. Aquí se van y se olvidan y ya no pagan'. Le dije que le pagaría y que respondería por mi hijo. Me dijeron que regresara, pero no, no regresé. Al final me los prestó una tía, sin ningún interés", afirma Inocencio.

Con el préstamo, mil doscientos pesos, en 1990 partió el mayor de sus nueve hijos, Juan Manuel —tres hombres y seis mujeres; los tres hombres actualmente están en Estados Unidos y una mujer.

— En el artículo se menciona que Juan Manuel llegó a Nueva York con un tío. ¿Este tío es familiar de usted?

— Es hermano de mi esposa —contesta Inocencio.

— ¿Cuánto tiempo llevaba su cuñado allá?

— Dos años. Cerca de dos años.

Y así fue, Peralta cruzó la frontera ilegalmente y llegó a casa de su tío. No trabajó durante varias semanas; tiempo después comenzó a laborar en la panadería donde trabajaba su pariente. Continuó en el trabajo, pero se daba cuenta de que no le alcanzaría para pagar la deuda que había adquirido por parte de su padre, así que tomó un segundo trabajo haciendo entregas nocturnas para un restaurante de Manhattan.

Recordaba las palabras de su padre: "Si te quieres ir fíjate lo que vas a hacer. Ya estás grande, ya tienes 18 años. Estas cosas son delicadas. Me gusta que mi palabra se respete. Lo que te encargo es que pagues el dinero que te prestaron y de ahí para el real si quieres mandar es cosa tuya. No me quedes mal". Y así fue, al mes mandó la mitad del dinero y a los 8 meses mandó el resto.

"Peralta dejó el restaurante", afirma el reportero del Times, "brevemente abrió los ojos sobre lo fácil que era hacer dinero en Nueva York. Había restaurantes en todas partes, y trabajo para hacer entregas, lavar platos y limpiar mesas. Saltó de un trabajo en otro y en 1995, ansioso de lucir su nuevo éxito, volvió a México con los bolsillos llenos de dinero".

Ida y vuelta
DePalma indica en su reporte que para cuando Juan Manuel tenía 25 años, misma edad que cuando se casó John Zannikos, se acabaron las similitudes entre ellos. Efectivamente se terminaron ya que Peralta no se olvidó de sus padres. A los cinco años decidió volver a Huamuxtitlán. Lo que no hizo Zannikos, pues nunca regresó a Grecia.

"La gente pensaba que como estaba volviendo del norte, yo sería tan rico que gastaría mi dinero repartiéndolo" —comentó Peralta a DePalma. Y no era para menos, pues su salario en Nueva York dejaba por mucho a los 10 mil pesos que hubiese ganado al año en Guerrero.

Fue entonces que conoció a Matilde y se hicieron novios. Regresó a Nueva York y al año volvió a Huamuxtitlán para casarse.

Juan Manuel dijo a su padre: "Yo nada más vine porque me quiero casar". Con algunas dificultades económicas se casó en marzo. Tuvo que vender un pequeño terreno que era parte de la herencia de su padre.

Retornó a Nueva York, ahora con su esposa. Nuevamente cruzó la frontera ilegalmente. Su primer hijo, Anthony, nació en 1996. Ahora tenía que trabajar el doble, fue entonces que, en 1999, consiguió un trabajo en 3 Guys.

Su familia creció. Su esposa Matilde limpiaba casas, hasta que tuvo a su segundo hijo, Heidi, que nació hace cuatro años.

Juan Manuel Peralta tuvo que dejar el restaurante 3 Guys por un conflicto ocasionado por sus compañeros de trabajo y la acusación de seis de ellos —incluyendo Peralta— contra John Zannikos.

La demanda ante el Restaurant Opportunities Center, un grupo de derechos laborales, hizo que la amistad entre él y Zannikos se quebrara.

Según el Times Peralta se unió al grupo a regañadientes ya que tenía miedo de que si los patrones lo descubrían, ya no le ayudarían a sacar sus papeles de inmigración. El grupo laboral prometió que los patrones no se enterarían nunca.

Sin embargo, los socios del 3 Guys sospechaban que Peralta se había unido al grupo laboral; empezaron a criticar injustamente su trabajo y redujeron su horario laboral.

Después de que se dañara un tobillo jugando futbol, le dijeron que se marchara a casa hasta que estuviera mejor. Cuando Peralta volvió al trabajo, dos semanas más tarde, fue despedido.

Posteriormente, después de ir de un trabajo a otro, Peralta pudo encontrar empleo como parrillero en otro restaurante griego. El salario y el menú es más o menos el mismo que en el 3 Guys.

Juan Manuel continúa viviendo en Nueva York, trabaja para intentar cumplir su sueño y que sus hijos puedan obtener una mejor educación y quizá alcance el sueño americano o una nueva clase social. Estará mejor allá que en Guerrero. Eso es lo único de lo que está seguro.

Su padre espera que algún día su hijo regrese. Inocencio suspira. Una muestra de nostalgia se dibuja en su arrugada cara mientras recuerda a su primogénito y dice: "Sí, me gustaría que regresara". Sin embargo, trata de ocultar sus sentimientos; se levanta e indica: "Me tengo que ir a trabajar, aquí no hay de otra".

Guerrerenses en Chicago: una nueva clase política

Por Marco Antonio Mönge Arévalo

El periódico estadunidense Chicago Tribune publicó el 6 de abril un extenso reportaje de migrantes mexicanos que han sobresalido económica y políticamente en Chicago, Illinois. Entre ellos destaca a dos guerrerenses, Timoteo Manjarrez Medina y Fabián Morales.
El reporte del Tribune, titulado Influence on both sides of the border (Influencia en ambos lados de la frontera), escrito por Antonio Olivo y Oscar Avila, hace referencia a que los migrantes-guerrerenses –Timoteo Manjarrez Medina, actual alcalde de Teloloapan, y Fabián Morales, originario de Xonacatla, municipio de Cocula, ex presidente de la Federación de Guerrerenses Radicados en Chicago–, y otros mexicanos, se han convertido en líderes que tienen “influencia cada vez mayor en ambos países; han incrementado su poder político en Chicago y buscan reformas (migratorias) mediante marchas.
“Su influencia política surge de lugares como Teloloapan, Guerrero, donde un restaurantero de Chicago –refiriéndose a Manjarrez– ayudó a restaurar caminos y el arquetipo de la ciudad. Los ciudadanos están tan agradecidos que lo eligieron alcalde”, señala el Tribune.
El reportaje, publicado en primera plana, sigue la trayectoria de Fabián Morales como líder, quien llegó a Chicago en 1970, a la edad de 14 años, y ahora dirige una empresa de bienes raíces; además de que “el año pasado manejó la logística de tres marchas masivas de migrantes en Chicago, entre ellas una caminata de cuatro días”.
Los reporteros del Tribune narran cómo Morales ayudó a la creación de clubes de migrantes guerrerenses hasta la formación de la Federación de Guerrerenses Radicados en Chicago, y citan los apoyos que reciben las comunidades mediante el programa 3 por 1 (es decir, por cada dólar que envían los migrantes, los gobiernos federal, estatal y municipal, aportan tres).
En la fotografía principal del periódico, Manjarrez pone unos plátanos en la báscula de un puesto de mercado; el pie de foto dice: “Antiguo chicagoense, Timoteo Manjarrez, ahora alcalde de Teloloapan, México, visita un mercado que se construyó durante su administración”.
El Chicago Tribune describe a Teloloapan como una región donde las casas se están desmoronando, los niños juegan descalzos y hasta los burros tienen hambre. Allí, Aurelio Santamaría Bahena, alcalde de Tlapehuala, reconoce, según el periódico, los cambios introducidos por Timoteo Manjarrez en Teloloapan, a la cual llama “la ciudad que trabaja”.
El reportaje da cuenta de los conflictos internos del PRD en Guerrero en torno a la figura de Manjarrez, a quien ven como extranjero.
“Influencia más allá de la frontera”
La nueva clase política a la que se refiere el Tribune, y la “influencia en ambos lados de la frontera”, se han visto reflejadas en distintas formas, por ejemplo la formación de los Clubes de Guerrerenses y su Federación, que cuentan con un poder de movilización muy importante, y la relación que han mantenido con los gobernadores del estado, lo cual ha facilitado la realización de proyectos de desarrollo en la entidad y en particular con su comunidad de origen.
Su participación en política es crucial. Un ejemplo claro fue la pasada elección a gobernador, ya que los dos guerrerenses a quienes menciona el reportaje fueron los principales promotores de dicha elección en Chicago.
Los entonces aspirantes a gobernador hicieron un recorrido por Estados Unidos y en especial Chicago, donde según cifras extraoficiales viven cerca de 300 mil nativos del estado o sus descendientes. Héctor Astudillo Flores recibió todo el respaldo de su compadre Fabián Morales, y el actual gobernador, Zeferino Torreblanca Galindo, fue apoyado por Timoteo Manjarrez.
Actualmente la relación política entre Manjarrez y Torreblanca es más cercana, pues para contender por la alcaldía fue impulsado por la corriente perredista Foro Nuevo Sol, y en los últimos días se adhirió a Izquierda Renovadora, corriente liderada por el mandatario estatal; además se menciona que el alcalde de Teloloapan buscará la diputación local o federal.








Guerrerenses en Chicago

¿Quiénes son los guerrerenses que habitan en Chicago? ¿Qué hacen, dónde trabajan, cómo viven? A estas y otras interrogantes da respuesta el autor de esta serie especial quien tuvo que experimentar todo el trayecto para llegar a la principal ciudad del estado de Illinois. Este trabajo es una síntesis de una investigación mucho más amplia titulada El Guerrero de allá… los guerrerenses radicados en Chicago, Illinois, publicada en el periódico El Sur - febrero del 2005.


Por Marco Antonio Mönge Arévalo

Llegó la migración y vio la camioneta en que veníamos.
— ¡La migra! —dijo el chofer.
Pero en eso no sé qué le pasó a la camioneta o qué le falló, y éste le dijo a su acompañante:
— ¡Jálate, jálate!
— ¡Pero no puedo! —le contestó su compañero coyote nervioso.

El coyote se aventó hacia donde estábamos nosotros para que no descubrieran los de migración que él era coyote, y se fue corriendo hacia el monte. El otro coyote, el que iba al volante, se quedó con nosotros. Entonces llegó el agente de migración, pero en lo que bajábamos, el coyote agarró la hija de mi amiga. Al abrazarla se escoltó con ella.

El migra le dijo al coyote que levantara las manos y que abriera la puerta de la camioneta, pero no hizo caso, así que el oficial la abrió; cuando levantó la portezuela de atrás el agente vio el montón de personas. Éramos como 30. En eso que estaba alzando la portezuela el oficial, el coyote aprovechó para aventarle encima a la niña, pensando que el policía la iba a agarrar, pero no la agarró y la niña cayó al suelo; se raspó toda la mano derecha y parte del brazo. Hasta la cara se golpeó…

El testimonio anterior es sólo parte de uno de tantos de los infortunios que los migrantes guerrerenses tienen que sortear al tratar de cruzar la frontera norte de México, y emigrar a los Estados Unidos.

Este fenómeno se debe, en gran medida, a la falta de empleo en el estado de Guerrero —no obstante, un nuevo estudio hecho por este autor (entre abril y agosto del 2005), revela que más del 40 por ciento de los migrantes guerrerenses tenía un trabajo fijo, pero mal pagado antes de llegar a Estados Unidos—; aunque también se incluyen algunos factores como: la reunificación familiar, la desintegración familiar, la búsqueda de mejores oportunidades de vida o por tradición. Factores que incitan a los oriundos del Estado de Guerrero a emigrar al vecino país del norte. En especial a la ciudad de Chicago, en el estado de Illinois.

Según datos del consulado general mexicano el 11.5 por ciento del total de los mexicanos en Estados Unidos son guerrerenses. Estas cifras son reveladoras al momento de entender la importancia que tiene la comunidad guerrerense en Chicago, ya que según el censo de población norteamericano del año 2000, en ese país se encontraban habitando 950 mil guerrerenses.
Actualmente viven cerca de 350 mil guerrerenses sólo en la ciudad de Chicago, es decir, el 11,36 por ciento del total de habitantes que reportó el INEGI en Guerrero para el año 2000, ó 18 mil 392 guerrerenses más que la población que reportó el INEGI en el año 2000 en los siguientes municipios del Estado de Guerrero: Chilpancingo, Iguala y Atoyac de Álvarez.


Las rutas
De los más de tres mil kilómetros que constituyen la frontera entre México y Estados Unidos, el paso hacia, o desde Estados Unidos "se realiza sólo por 23 localidades aproximadamente, ocho de las cuales concentran a más del 90% del flujo migratorio en las dos direcciones"(Santibáñez Jorge, 1994). Al llegar a la localidad de cruce, los migrantes guerrerenses toman transportes foráneos de la localidad; por ejemplo: aeropuertos, centrales de autobuses o estaciones de tren. Las rutas más transitadas por los guerrerenses son: Sonora y Nuevo Laredo. Ciudad Juárez en menor proporción.


El 6 de julio de 2004 este autor hizo su primera incursión a lo que es la frontera norte de México, conocí Nuevo Laredo, Tamaulipas, un lugar que va más allá de cualquier cantina grande o mercado farmacéutico (abundan las cantinas y las farmacias). Además de ser una frontera donde se quedan las ilusiones y empiezan los sueños de los migrantes guerrerenses.

Llegué a la terminal de autobuses en Nuevo Laredo. Eran las 7:30 de la noche. En un instante me vi rodeado por coyotes ofreciéndome sus servicios "para pasar al otro lado". Con esto me di cuenta, que la vida está plagada de casualidades que cambian la vida de cualquier mortal y hasta la de los inmortales.

Por uno de estos coyotes, conocí a dos guerrerenses que habían sido deportados cuando intentaron cruzar el Río Bravo.

Uno de ellos (Héctor) que tenía sólo 17 años de edad, originario de Tlapa de Comonfort, fue asaltado en el camino. El otro era un señor (Ramiro) de 42 años de edad, nativo de Iguala.
Los dos guerrerenses platican conmigo que viajaron —cerca de 850 kilómetros— en avión. En sus rostros se observaba que para ellos el viaje desde el Distrito Federal hasta Nuevo Laredo en aeronave fue una aventura inolvidable, pues era la primera vez que se subían a un avión. Ahí estábamos, a fuera de la terminal. Ramiro se veía agotado. Su vestimenta entre sucia, denotaba que no se había cambiado al menos por dos días. El señor observaba a su alrededor un tanto ansioso mientras comentaba lo que le había ocurrido un día anterior: "ayer en la mañanita iba yo con el coyote y un grupo de gentes que también iban a cruzar por el río (Bravo), caminábamos alrededor del Puente Uno. Yo veía que no estaba tan fuerte la corriente del río, y el coyote nos aseguró: 'yo creo que sí lo cruzamos"'.

— ¿Y qué pasó? —pregunté, mientras sacaba mi grabadora reportera. Pero no me dio tiempo ni de aplastar el botón para grabar. Ramiro chasqueó la lengua y me indicó que prefería que charláramos "así nomás, sin grabar nada". Desistí de sacar la grabadora y volví a preguntar.

— No, pues no lo pasamos, ni siquiera lo intentamos —contestó mientras veía nervioso cómo guardaba mi grabadora—. Cuando llegamos a la orilla del río, la corriente estaba demasiado fuerte. El coyote nos dijo que nos esperáramos a que se calmara la corriente —hizo una pausa se llevó la mano a la boca; eructó y añadió— Al río Bravo hay que tenerle respeto. Ahí te hundes y te mueres ahogado.

Y es que no es para menos. Ya que sólo en el 2003, según la Fundación Rural de Asistencia Legal de California, 15 migrantes perecieron ahogados en el sector Laredo de la Patrulla Fronteriza.
A pesar de todo una sonrisa se le dibuja en los labios al momento de decir que lo intentaría al día siguiente, como olvidando la frustración de no haber podido pasar.

El mismo guerrerense contó que hacía dos años que intentó cruzar por ese rumbo y que los agarró la migra: "esa vez nos agarró la migra ya en el otro lado, ya estábamos en Estados Unidos".

—¿Y qué les hizo la migra? ¿A dónde los llevó? — interrogué.


—No, pues nos agarró como animales. Nos esposaron.


Lo miré de forma interrogativa y reafirmó: "sí, aunque no lo crea, hasta a las mujeres las esposan. Esa vez había una señora con sus chavitos… No mano, hasta a ella la esposaron y a los chavos —El guerrerense se cruzó de brazos y fijó su vista al horizonte y prosiguió—. No, si son bien ojetes los de la migra. Había entre nosotros unos cuates que eran de Oaxaca, y vas a creer que los confundieron con guatemalecos —volvió a chasquear la lengua—, ya los iban a mandar hasta Guatemala. Pero lo bueno fue que traían sus actas de nacimiento. Se las enseñaron a los de la migra, y ya, nos mandaron pa'cá.

Mientras observaba desconfiado que no sacara mi grabadora afirmó: fuimos obligados a formarnos en fila india esposados y encadenados; nos tomaron la foto del recuerdo —lo decía con simpatía, como burlándose de su suerte.


Camino a la ciudad de los vientos
Héctor es un chico de 17 años de edad. Por su apariencia a primera vista, creí que era de la Costa Chica de Guerrero (pelo chino, tez morena, ojos grandes y nariz ancha); sin embargo, no tiene el acento particular de los nativos de esta Región. Él comentó, que era de Tlapa de Comonfort: "aquí me asaltaron", dijo el joven, "me quitaron un dinerito que traía. No me golpearon eso sí, pero me quitaron mi dinero, iba yo con un grupo de chinos y polacos. Yo y el coyote éramos los únicos mexicanos. A todos nos quitaron el dinero. Después llamé a mi hermano que vive en California; me mandó dinero y con eso es con lo que voy a pasar horita".

— ¡A horita! — curioseé sorprendido.


—Sí, ya nada más falta uno —se refería a alguna persona que quisiera pasar ilegalmente—. Por eso te habló el coyote, para ver si querías "pasar".

— ¿A qué hora salen?

— En media hora —contestó.

— ¿Y no tienes miedo que te suceda lo mismo? ¿Que te asalten?


— La mera verdad sí, pero qué quieres que haga. La neta prefiero correr los riesgos.


Pasó la media hora que había dicho Héctor. La verdad es que yo iba contando los minutos, pensando en cómo podría ir con ellos sin pagarle al coyote, ya que mi raquítico presupuesto no alcanzaba para pagar mil 500 dólares que exigía: "si quieres venir tienes que pagarme. Este es mi trabajo, de otra manera no puedes ir con el grupo. Es peligroso", me condicionó.


Eran las 9:39 de la noche; transcurrió una hora con 23 minutos desde que Héctor me afirmara que se irían en media hora. Para bien o para mal, no puede convencer al coyote que estaba realizando un trabajo especial y que no llevaba suficiente dinero, para pagarle el "cruce". Se fueron.

Entré a las instalaciones de la terminal. No dormí durante esa noche. El ambiente se tornó denso y deprimente.


Llegó la hora de irme; pasé la frontera sin ningún imprevisto. El río Bravo a pesar de que en esa época no tenía mucha agua, se observaba imponente. En el puente que atraviesa el río se deja ver una placa que dice: "Boundary of the United States of America".


El Viaje en autobús
Ya en el autobús Greyhaund, poco a poco entrábamos a territorio norteamericano. Ya en Nuevo Laredo Texas, desde al autobús, observé en la calle a un hombre trajeado, alto, robusto y con lentes oscuros, y a su lado un agente de la Patrulla Fronteriza, con el pelo cortado a rape y lentes oscuros quienes detuvieron el camión.

En eso se dejó ver una larga fila de deportados, hombres y mujeres, amarrados con esposas de pies y manos de uno a uno. Casi todos tenían las mismas características (corta estatura, pantalón y tenis cubiertos de lodo seco). Preparé mi cámara fotográfica y tomé algunas fotografías.

Todos caminaban obedientes en fila india y en silencio mientras observaban al autobús. Mi sorpresa fue enorme cuando me di cuenta que entre ellos iba Héctor, el guerrerense de 17 años, que la noche anterior había charlado conmigo.

Cada migrante guerrerense tienen su aventura; sin embargo, con peligro o sin él, los guerrerenses transitan por la frontera norte con un solo propósito: llegar a Estados Unidos. Sin importar si son asaltados, heridos o muertos en su intento.
Ciudad Juárez y Sonora, son lugares que están infestados de pandilleros y policías dispuestos a extorsionarlos.

Y el resto de los puntos de cruce —Ciudad Miguel Alemán, Díaz Ordaz y Camargo, o hacia el otro lado, en Villa Hidalgo, Coahuila—, se corre el mismo riesgo.


Chicago, Illinois.
El autobús avanza. Estamos a las afueras de la ciudad de Chicago. Me doy cuenta que es "La ciudad de los vientos" porque a lo lejos se distinguen sus enormes edificios. Sobresale la Torre Sears; se ve perfectamente inmóvil —aunque los expertos opinan que se balancea 25 centímetros cuando sopla mucho el viento—, y el esplendoroso lago Michigan a la orilla de la ciudad.
Chicago se encuentra situado en el Estado de Illinois, a la orilla occidental del lago Michigan; es la ciudad más importante de ese Estado cuya capital es Springfield, y la tercera ciudad más grande de los Estados Unidos. Esta urbe se caracteriza por ser un floreciente centro industrial, con fábricas de alimentación, mecánica, electrónica, textil, química, petroquímica entre otras. A esto hay que añadir sus enormes edificios, su amplio y moderno puerto, junto con una densa red de ferrocarril y de carreteras.

Chicago es el principal centro de transporte en los Estados Unidos y el primer puerto aéreo.
En cuanto a agricultura, Illinois encabeza la producción de soya y se sitúa en segundo lugar en la producción de maíz, después de Iowa.

La mayor fuente de empleo de Chicago es la industria de productos eléctricos, seguida por las industrias siderúrgicas, de maquinaria, metalúrgicas, alimentaria, gráfica, química y de equipos de transporte.
Es, además, un importante centro cultural, no sólo por su notable actividad editorial, sino también por albergar numerosas universidades, bibliotecas y museos, sin olvidar, su inigualable tradición de música jazz y blues.

Chicago es conocida por ser una de las ciudades con más viento de los Estados Unidos, de ahí su mote. Durante el invierno las temperaturas son bastante bajas, llegan a sobrepasar los -15 grados centígrados bajo cero, aunque la nieve no supera los 40 centímetros. Por otra parte, en verano —la época en la que nos tocó realizar la investigación— las temperaturas son más elevadas, alcanzando los 35 grados centígrados o incluso más, y con una humedad bastante alta.
Chicago cuenta con un área territorial de 230 kilómetros cuadrados; con una población de 2.9 millones de personas, entre ellos, cerca de 350 mil guerrerenses.

Esta ciudad es una de las favoritas de los oriundos del estado de Guerrero. El número de guerrerenses en esa ciudad ha llegado a tal grado, que actualmente son la cuarta comunidad en tamaño, después de Michoacán, Zacatecas y Jalisco.


La vivienda, la educación y la salud
Como se observa en la gráfica de al lado, el municipio que con más migrantes-guerrerenses en Chicago es Taxco de Alarcón con un 30 por ciento, seguido de Iguala y Huitzuco con 21.60 por ciento. Observamos además, que la región Norte del estado es de donde emigran más guerrerenses a Chicago.

Por lo regular son familiares, primos, hermanos, esposos e hijos quienes comparten un departamento. Esto se debe a que no existe suficiente vivienda de interés social para cumplir la demanda; y porque las casas tienen un costo de 90 mil dólares aproximadamente, la casa promedio en los suburbios cuesta cerca de 180 mil dólares.
En la investigación de campo pudimos observar que en el rubro educativo los hombres tienen menor rango de estudios pues mientras que el 65 por ciento de los hombres se encuentra entre los tres, seis y siete años de educación, las mujeres suman entre siete y nueve años de educación, lo que da un 78 por ciento.

En cuanto al lugar en el que cursaron su último año de estudios, prácticamente el 90 por ciento de nuestros entrevistados fue educado por el Estado guerrerense, mientras que el 10 por ciento cursó su último año de estudios en la ciudad de Chicago. Tomando en cuenta de que se trata de residentes habituales, se confirma que el uso de servicios educativos por parte de los migrantes-guerrerenses es mínimo, más aún si consideramos que, como veremos más adelante, se trata de población laboralmente ocupada.

Otro de los factores que impide el buen desenvolvimiento escolar es, que, hay muchos niños cuyos padres trabajan y llegan a sus hogares fatigados, lo que origina que cuando los niños salen de la escuela, al llegar a sus hogares, no encuentran quién los apoye para hacer sus actividades escolares. Así lo afirma Isidro Arroyo, actual vice-presidente de la Federación de Guerrerenses en Chicago: "Los guerrerenses somos personas que venimos a progresar; básicamente los que llegamos a este país nos olvidamos de que muchas veces somos gente con muchas necesidades, y las principales son económicas, de manera que para la gente su meta principal es llegar a trabajar. Somos pocos los que llegamos a prepararnos y estudiar, porque no hay tiempo para eso; las necesidades inmediatas son bastante fuertes, y es la cuestión de la economía; de manera que precisamente por eso no hemos progresado en cuanto a educación se refiere". La necesidad monetaria hace que pocos guerrerenses tengan una preparación escolar que les permita avanzar en el desarrollo educativo.

Muchos guerrerenses jóvenes asisten a escuelas (High school, el equivalente a un grado de secundaria y preparatoria, en México) como Benito Juárez y Roberto Clemente localizadas en el área sur de Chicago. Otros pocos estudian en colegios acreditados.

En la ciudad de Chicago pudimos observar que en cuanto a la cuestión educativa hay algunos centros de educación en donde todos los programas son gratuitos (hasta la High school) y en escuelas especializadas en el idioma inglés. En estas escuelas las clases son gratuitas, lo único que pone el alumno es el material a utilizar. Estas escuelas dan sus servicios en un programa bilingüe.

A pesar de lo anterior es muy difícil que los guerrerenses lleguen a realizar estudios universitarios, ya que las colegiaturas están por arriba de los seis mil dólares mensuales. Aparte, su condición migratoria no les permite ser poseedores de becas; y por si fuera poco, tienen que trabajar, y muchos de ellos le dan preferencia al trabajo.

Otros jóvenes ven en el Ejército estadunidense, una opción para continuar sus estudios. Tal es el caso de Eugi Loeza Cruz, de El Embarcadero, municipio de Coyuca de Benítez, quien estuvo combatiendo en Irak.

El motivo para que este joven (ahora sargento) se reclutara en el Ejército de Estados Unidos, fue, el deseo de continuar sus estudios universitarios.

Según la periodista Raquel Santiago Maganda, el 13 de mayo de 1997, el guerrerense decidió incorporarse a la milicia para seguir sus estudios de nivel universitario en Estados Unidos.
Es así como muchos jóvenes mexicanos ven en el Ejército una buena opción para continuar estudiando, ya que obtienen prestaciones como casas, estudio y un excelente salario que les permite mantener una buena calidad de vida en ese país.

Durante nuestra estancia en Chicago, observamos que la propaganda militar también va dirigida a la comunidad hispana, masculina y femenina. Ya sea por televisión, carteles pegados en puntos estratégicos o en radio. Su lema propagandístico es: I´m the Army (Yo soy el Ejército).


La salud
Aunque enfermarse en Estados Unidos tiene un costo demasiado alto, y no todos obtienen los beneficios. En cuanto a salud, hay algunos centros en Chicago donde a los guerrerenses radicados en esa ciudad, se les ofrece los servicios con una cuota muy baja. A veces, si no tienen recursos, no pagan, pero sólo a veces. Hay hospitales de gobierno que ofrecen atención médica.

Fabián Morales, presidente de la Federación de Guerrerenses en Chicago, precisa: "hay otros servicios ya más delicados, más costosos, como lo es el trasplante de órganos, que ahí sí hay una carencia y una necesidad; cuando hay (transplantes), se les apoya a los guerrerenses lo más que se puede, en todo caso es para aliviar un poco su pena, su situación, su malestar, pero no los alivia".

Nuestro reporte indica que el 96.67 por ciento de los guerrerenses no cuenta con Seguro Social, y el 3.33 por ciento sí. Esto se debe básicamente a su estatus migratorio, lo cual les impide tener Seguro Social. El resto que sí lo tiene son guerrerenses cuya condición migratoria es de nacionalizados estadunidenses o residentes.


El mercado laboral y los mecanismos de organización social
Existe un consenso general acerca de la importancia económica que tienen los trabajadores guerrerenses en Chicago, que podemos sintetizar en lo siguiente.

Constituyen una fuerza de trabajo barata por los bajos salarios que perciben, lo cual contribuye a que se reduzcan los costos de producción de las empresas contratantes.
Significan una fuente permanente de mano de obra, que el Estado regula a través de sus políticas migratorias, según convenga a sus ciclos económicos.

Presionan a la baja las condiciones de trabajo, el salario y los derechos laborales de los trabajadores estadunidenses.

Pagan cuantiosos impuestos por concepto de su trabajo y consumo.

Subsidian a la economía norteamericana al no percibir fondos de pensión.

Los guerrerenses en Chicago tienen una tasa de desempleo baja; sin embargo, valoran mucho sus trabajos, lo cual ha generado que los negocios dependan mucho de su fuerza laboral. Por los datos obtenidos en nuestra encuesta podemos afirmar que la mayoría de los oriundos de Guerrero se desempeña en el sector primario y una mínima cantidad en el secundario y terciario. De estos podemos agrupar los siguientes:

Sector primario: construcción, descarga y carga de trailers, vendedores ambulantes, restaurantes (meseros, cocineros, lavaplatos, limpieza, cajeros etc.), hoteles (limpieza, encargados de área), fábricas, yarda (podadores), encargados de pequeños negocios (carnicerías, tiendas de abarrotes, lavanderías, etc.), taxistas, centrales aéreas y de autobuses (limpieza) y niñeras.

Sector secundario: este sector es poco ocupado por los guerrerenses, ya que esta fracción es principalmente ocupada por los estadunidenses por lo que sólo algunos originarios de Guerrero se pueden ubicar dentro de este rango.

Sector terciario: los comerciantes guerrerenses tienen una pequeña participación en el área latina, y contribuyen a revitalizar el comercio local. Esto se debe al esfuerzo de los guerrerenses, ya que la mayoría llega con la idea de un mejor por venir. Algunos guerrerenses trabajan un tiempo en fábricas, otros en restaurantes y cuando empiezan a aprender las destrezas del ramo, ahorran dinero, comienzan a manejar el negocio y abren el suyo dependiendo de sus aptitudes.

Tal es el caso de Francisco Martínez que tiene su carnicería Iguala Guerrero en una de las zonas comerciales latinas más importantes en Chicago, conocida como La Villita.


Los clubes de oriundos guerrerenses radicados en Chicago
En un principio, los clubes de guerrerenses radicados en Chicago, se formaron principalmente con vecinos de las mismas comunidades del estado de Guerrero –sobre todo de la Región Norte; se reunían en torno a las festividades de los santos patronos de cada pueblo y los festejos de los días patrios de México.

Los guerrerenses fueron los pioneros en organizarse en clubes en la ciudad de Chicago, así lo afirman Isidro Arroyo vicepresidente de la Federación de Guerrerenses en Chicago: "Nosotros fuimos los pioneros en organizarnos en clubes; una vez que logramos la apertura de un camino en nuestra comunidad, otras entidades nos imitaron. Varios se fueron acercando a nosotros para preguntarnos la mejor manera de organizarse; compartimos con ellos nuestras experiencias y se iniciaron otros Clubes".

Los guerrerenses comenzaron a organizarse en 1980. El enfoque que tenían los clubes era de organizarse y recaudar fondos para poder ayudar a sus comunidades de origen. Hacían bailes, rifas y vendían comida entre ellos para poder recaudar capital.

El proyecto de las comunidades guerrerenses inició a partir de que en la comunidad de Amealco se llevaban a cabo obras de beneficio social. Tuxiapan y El Potrero ya existían como grupos organizados en comité.

Entre los años 1987 y 1988 Amealco se registró como club. Fue el primer club registrado ante el Consulado. Después vinieron otros, como Tipilulco, Coacoyula, El Naranjo, Tlatzala, etc. Algunos aún forman parte de la Federación, y otros se han retirado –Amealco continúa integrado.
En 1996 el entonces gobernador de Guerrero José Francisco Ruiz Massieu, tenía conocimiento de la existencia de estos grupos, incluso, el ex gobernador ya había puesto un representante en el Consulado en Chicago. Se trataba de Bernardo Rosendo.
Existía la atención de parte de Ruiz Massieu hacia la comunidad guerrerenses en Chicago, a pesar de que no existían como grupo, ya que ésta era una especie de asociación, pero no con los vínculos tan fuertes como se vienen dando con la Federación de Guerrerenses.

A partir de ese mismo año los grupos se empezaron a organizar de manera sólida a través de la Federación de Guerrerenses. Fue, básicamente una fusión de la asociación y los nuevos grupos que en ese momento tomaban un impulso grande e importante.

Dicha asociación tenía los mismos objetivos que tienen ahora los 30 clubes que conforman la federación.
Los clubes comenzaron por ayudar a construir la iglesia con sus propios recursos. Así lo expresa el presidente de la Federación:"En aquel entonces el gobierno no destinaba recursos que pudieran ayudar a restaurar o a construir las iglesias; entonces comenzamos con programas donde nosotros poníamos todo el recurso económico".

Después se abrieron los programas donde los clubes de guerrerenses comenzaron a trabajar con el gobierno del estado de Guerrero, fue entonces que firmaron el primer convenio con el gobierno estatal. Arrancaron trabajando con el programa Uno por uno, en 1981.

Este programa les favoreció de tal manera que percibieron apoyo de los municipios de Guerrero, ya que los presidentes municipales se interesaron. Así lo manifiesta Fabián Morales: "en aquel entonces el presidente municipal de Cocula nos apoyó bastante a nosotros los de la comunidad de Xonacatla, y la primera obra fue la construcción de la carretera de Xonacatla".

Uno de los retos importantes fue tener un acercamiento sólido con el gobierno del estado de Guerrero y hacer que éste firmara un acuerdo tan importante como el programa Tres por uno en el trienio del ex gobernador Ángel Aguirre Rivero. Este acuerdo se firmó cuando Manuel Martínez era presidente de la Federación de Guerrerenses.


Un día en la vida de un migrante guerrerense
Los primos de Demetrio y su hermano se levantan muy temprano. Salen a trabajar. Son las cinco de la mañana. Demetrio continúa dormido, sin embargo, su reloj biológico está a una hora de decirle: "Despierta, tienes que ir a trabajar", o quizá: "Despierta tu vejiga está llena y tienes que ir al baño", o aún peor: "Despierta tu estómago tiene hambre".

Son las 5:35 horas y el sol ya salió en Chicago. Aunque no lo crea en Chicago amanece muy temprano y en especial para los guerrerenses. Demetrio se reacomoda en el sofá que utiliza para dormir, pues resulta que el departamento en que vive sólo hay tres recámaras: una ocupada por su prima y esposo, otra por sus dos hermanos y la última por el que esto escribe (y a quien Demetrio muy amablemente se ofreció a darle alojamiento sin importarle que ocupara su recámara).

Ni las ganas de ir al baño ni el hambre lo despertaron. A sus 43 años su instinto de responsabilidad está más atento que nada. Demetrio despierta; se alista para salir a su trabajo. Junto con su hermano salen rumbo a su empleo.

Demetrio compró su tarjeta de Seguro Social falsa y su tarjeta verde (green card) falsa por $100 dólares, no le fue difícil, pues en Chicago abundan lugares donde se pueden conseguir fácilmente; trabaja de lunes a viernes en la construcción, invitó a su hermano a trabajar con él. Es un empleo que le resulta no muy agradable, pero tampoco se queja. Gana cerca de seis a ocho dólares por hora. Lo suficiente para pagar la escuela de su única hija quien estudia medicina en Acapulco, darle algo a su esposa que es educadora en Chilpancingo y de paso guardar unos cuantos dólares para él —Cada que charlamos acerca de su familia, Demetrio se traslada en tiempo y espacio, su cara lo expresa con una mueca de nostalgia al recordar a su familia.

Recorren en su auto cerca de 45 minutos para llegar a su trabajo. Y entonces, comienza la acción: su patrón que es un migrante de origen ruso, le da instrucciones de a qué lugar y a qué casa debe acudir para realizar su trabajo. Éste puede consistir desde arreglar una pared o cambiar un techo, hasta construir una casa habitación.


Por este día a Demetrio y a su hermano les encargaron cambiar un techo. Cosa no muy fácil, pero que con dos años de experiencia pueden terminar su trabajo en dos o tres días.

El trabajo es agotador, dan las doce del día y tienen media hora de descanso para poder desayunar o como ellos dicen: "Comer el lonch".

Demetrio comenta que la construcción no ha sido su único trabajo desde que llegó a Chicago, que él ya había trabajado cortando pasto: "Lo más difícil de todo fue conseguir empleo. Por el idioma, en los barrios mexicanos el inglés no es muy necesario a comparación de estos lugares donde hablan puro inglés. La verdad es que estuve dos semanas sin trabajo. Mis primos me hacían el favor de ayudarme con la comida y vivienda".

Agrega: "Mi primer trabajo fue cortador de yarda. Fui a lo que llaman aquí empleo temporal, metes tu aplicación y si te necesitan te llaman, si no, pues no (que obvio). Regularmente no te llaman, porque hay mucha gente que quiere trabajo. A mí me llamaron como a los dos meses y medio, y a trabajar sólo fui un par de días. El primer día me dieron 37 dólares y el otro 52, por toda la noche.

"Actualmente estoy aquí en la construcción y remodelación de casas, casa habitación. Es un trabajo seguro" –reafirma.

Demetrio terminó la carrera de ingeniero civil en la Universidad Autónoma de Guerrero, sin embargo, no tenía un trabajo que le garantizara el bienestar de su familia y sobre todo la educación de su hija. Fue por ello que decidió irse a Estados Unidos.

Es medio día; terminan el almuerzo y continúan con el trabajo. "El cambio de este techo nos llevará unos tres días si bien nos va". Y es que el techo estaba demasiado dañado. Terminan sus ocho horas de labor; se reportan con su jefe y deciden regresar a casa.
Los dos hermanos llegan a su casa a las 6 de la tarde. Su cuñada llegó antes que todos, y es ella quien cocina para todos. Comemos todos juntos, charlan algo relacionado con sus familias y el trabajo. Descansan todos un rato, sentados frente al televisor, su única diversión en días de trabajo.
Una hora más tarde Demetrio recibe una llamada telefónica en su celular. Son sus primos, quienes lo invitan a jugar basquetbol. Invita a sus hermanos y primo y salen a jugar.
Después de aventarse una serie de partidos, regresa casa; se da una ducha; ve las noticias de las diez y merienda algo.
Por hoy no dormirá temprano ya que charlaremos de lo que sucede en Guerrero y de sus experiencias como inmigrante en la gran ciudad: Chicago.
Mañana será otro día de trabajo para Demetrio Reyes Silva.
La Dirección General de Atención a Guerrerenses en el Extranjero
En Chilpancingo se encuentra la Dirección General de Atención a Guerrerenses en el Extranjero (DGAGE) —única institución que se encarga de los migrantes guerrerenses—, actualmente el coordinada por Rodrigo Cortés. La principal labor de esta dirección es, organizar trabajos con los guerrerenses radicados en Estados Unidos.
La principal labor de esta dirección es, organizar trabajos con los guerrerenses radicados en Estados Unidos; trabaja en conjunto con la Federación de Guerrerenses Radicados en Chicago que preside Greg Salgado; con los Clubes Unidos de Guerrerenses del Medio Oeste representado; con el grupo que radica en el Este con cede en Atlanta dirigido por Jesús Brito; en Nebrasca José Luis Marino; en California con Raúl Galeana; en Nueva York con Agustín Bedolla.
Trabajan en conjunto con los 50 consulados que actualmente se encuentran en las principales ciudades de Estados Unidos, llevan a cabo programas de beneficio social en sus comunidades de origen, a través, del programa Iniciativa Ciudadana 3 por 1, para ejecutar obras de beneficio social, como: pavimentación de calles, construcción de sistemas de agua potable, centros deportivos, centros de salud, rehabilitación de iglesias y plazas cívicas.
Coordinan así mismo, el programa de ingreso a derecho-habientes del Seguro Social para los familiares de los migrantes-guerrerenses, radicados en Guerrero y programa de becas para hijos de guerrerenses que únicamente curse la universidad en Estados Unidos.
La Secretaría de Desarrollo Social en el Estado de Guerrero, tiene acuerdos de protección al migrante junto con la Secretaría de Relaciones Exteriores, con Migración y la Coordinadora Nacional de Atención a migrantes. Además da apoyos a los familiares de personas fallecidas; se coordinan con el Consulado, no importa el Estado de Norteamérica en que haya fallecido.
La Sedeso en Guerrero lleva 15 años de coordinación con los guerrerenses radicados en Estados Unidos. En sus inicios la Secretaría de Gobierno se encargaba de organizarse con los oriundos de guerrero radicados en Estados Unidos. Tiempo después, y por Decreto, el 30 de abril de 1991, en el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu se creó la Coordinación de Federaciones de Guerrerenses en el Exterior.
El decreto dice textualmente en su artículo quinto: "Se crea la Coordinación de Asociaciones de Guerrerenses en el Exterior, para promover obras de beneficio colectivo, como unidad administrativa directamente adscrita al Titular del Ejecutivo."
Este decreto fue publicado en el Periódico Oficial del Estado de Guerrero, fechado el 30 de abril de 1990.
Las remesas de migrantes, un vínculo material que refuerza una identidad familiar y cultural
El envío de remesas de los guerrerenses a su lugar de origen, representa los vínculos que los migrantes mantienen con sus hogares o sus comunidades. El beneficio es directo y evidente. Se trata de un flujo de divisas considerable que además ha venido creciendo en los últimos años.
En el 2003 un estudio realizado por el Banco de México menciona que Guerrero recibió 683 millones de dólares por concepto de remesas, así mismo, se encontraba en octavo lugar en cuanto a este rubro después de Michoacán (mil 685 millones de dólares), Jalisco (mil 275 millones), Guanajuato (mil 211 millones), el Estado de México (mil 24 millones), Puebla (782 millones), Veracruz (769 millones de dólares).
Actualmente según la DGAGE los más de 950 mil oriundos de Guerrero que viven en Estados Unidos, aportan mil 200 millones de dólares anuales a la economía guerrerense. Observamos entonces que el aumento en un año es cerca del 50% en cuanto al envío de remesas.
En la encuesta que realizamos a los migrantes guerrerenses en Chicago nos abre el panorama para afirmar que envían porcentajes que oscilan alrededor del 30% de sus ingresos. Ya que remiten en cada remesa, en promedio, 300 ó 380 dólares, que alcanza una cantidad total promedio —la media sería partiendo de 340 dólares— por año de 4 mil 80 dólares. Algunos otros en menoría envían remesas a sus familiares en Guerrero por una cantidad promedio de 500 dólares mensuales, es decir, poco más de la mitad de su salario promedio mensual.
Tomando en consideración lo anterior deducimos que el promedio anual de envío de remesas de los migrantes-guerrerense radicados en Chicago hacia el Estado de Guerrero es de un millón 428 mil dólares.
Estos datos revelan el importante papel que cumplen las remesas dentro de la economía de los hogares guerrerenses, ya que según el INEGI (2000) en el Estado de Guerrero este flujo de divisas representa en promedio —dentro de los hogares que las reciben— el 7.9% del ingreso total del hogar.
Cabe destacar que este porcentaje tiende a ser significativamente mayor en casi todos los municipios que conforman la región emergente de la emigración en el Estado de Guerrero.
Se puede corroborar, también, el papel vital que esta fuente de ingreso cumple al interior de los hogares guerrerenses, ya que el INEGI (2000) reportó que el 31.6% de los hogares que reciben remesas, éstas constituyen la única fuente de ingresos.
Es pertinente señalar que la mayoría de los trabajos disponibles dan cuenta de un patrón general del uso de las remesas en México, congruente con numerosas experiencias en el Estado de Guerrero, que indican que la mayoría de los recursos recibidos se gastan en la satisfacción de necesidades básicas, en la adquisición de bienes de consumo duradero y en la compra y mejora de vivienda, mientras que sólo una pequeña proporción se destina al ahorro y a la llamada inversión productiva.
Bajo estas circunstancias, podemos señalar que las remesas fungen como un paliativo social y económico para miles de hogares guerrerenses, al brindar la oportunidad de acceso a mejores estándares de vida. Recordemos, en este sentido, que las remesas llegan directamente a los hogares de los familiares de los migrantes y cumplen un papel determinante en el sostenimiento familiar.
Es así como los migrantes guerrerenses en Chicago ven por el futuro de sus familias aquí en Guerrero; es el resultado del esfuerzo de las mujeres y los hombres que en la adolescencia se aferraron a sus sueños; allí están los adolescentes (mujeres y hombres) a los que la realidad les hace creer que lo sueños son posibles…